El año que corre y que casi acaba no quiere morir en la sombra que heredó de su antecesor. Al contrario, el 2021 desea regresar la vida y la alegría a esta tierra árida de donde las lluvias veraniegas se han ido. Llega octubre a Guanajuato, la ciudad se pone guapa, sus habitantes se engalanan y los amantes del arte y los escenarios, expectantes, aplauden que la 49a edición del Festival Internacional Cervantino haya comenzado.
En la Alhóndiga, el jueves 16 por la noche, hubo poco movimiento. Los asistentes ocupaban una pequeña parte de las butacas, pero no importó. En el segundo día del festival, la Camerata Porteña vino de fiesta desde Buenos Aires; para ellos, este año implica una doble celebración. El director, Marcelo Rodríguez, expresó su júbilo por tocar nuevamente con un auditorio presencial y, además, tener la oportunidad de conmemorar cien años del nacimiento del músico y compositor de tango argentino, Astor Piazzolla. ¿Quién mejor que ellos para homenajearlo como amigos, como argentinos y como tangueros de corazón? El concierto llevó por nombre El ángel vive, haciendo referencia a algunas de sus más emblemáticas composiciones.
Las luces se apagaron, el viento comenzó a soplar y trajo consigo un puñado de hojas secas que caían lentamente entre el público, hojas intangibles, invisibles. El otoño estaba sobre nosotros, uno porteño, uno que sólo el bandoneón sabe escuchar e interpretar. Consigo llegaron otras estaciones, otros tangos y otros goces que, al paso de la noche, sedujeron al oído y al espíritu, hasta el punto de no saber con qué artificio los músicos nos habían conducido al umbral de un misterioso ritual en el que, a manera de epifanía, Astor Piazzolla estaba presente en el escenario, por momentos en el piano, en el chelo e incluso unos instantes —podría apostar— entre el público observando a sus camaradas. Sin duda, fue una noche alucinante; sin duda, el ángel vive y se hizo presente para manifestar personalmente las transformaciones y las cumbres de su vida musical.
La Camerata estuvo acompañada por el cantante Guillermo Ibáñez y se unió a ellos, en la segunda parte del concierto, la Orquesta de Cámara de Zapopan, donde sus ejecuciones en conjunto enriquecieron la obra de Piazzolla al exponer con más detalle el jazz, la música clásica y la música tradicional argentina que se entremezclan en el estilo del autor, dando así vida a canciones icónicas tales como “Decarisimo”, “Sueño tango”, “Adiós, Nonino”, “Oblivión” y, por supuesto, “Libertango”.
El concierto terminó con un público agradecido aplaudiendo por el sinfín de regalos musicales de la velada. Los músicos, de igual manera, agradecieron a tan apreciable audiencia. Después, nos corrieron a todos, ya saben, por lo del Covid.
Camerata Porteña y Orquesta de Cámara de Zapopan
Piazzolla 100 años – El ángel vive
14 de octubre de 2021
Explanada de la Alhóndiga
Fotografía: Rodolfo García (cortesía FIC)