En la cima de un árbol Por Joan Carel

“En la India hay seres inimaginables y olor a incienso por doquier”, relataba un nervioso cuentacuentos mexicano explicando por completo la historia que se presentaría a continuación. Los niños escuchaban emocionados y los adultos desesperados por la postergación de la obra magistral. Luego luces ultravioleta, un fondo negro e imágenes en colores neón.

El discurso vacilante del presentador cobró sentido cuando las marionetas bidimensionales dejaron oír su voz: inglés con acento indio y monotonía. Los anglohablantes pudieron darse cuenta de que la historia era exactamente la de la narración inicial; la mayoría de los demás adultos se dejaron seducir por un encanto onírico y rindieron sus ojos en la oscuridad; los niños se mantuvieron atentos, seguramente a causa de las veloces transiciones de títeres y colores, aunque de repente manifestaban a sus padres desconcierto. Sólo 30 minutos, pero la biografía de Swami Vivekananda, admirable y sabio líder religioso de la India, fue en realidad Una vida tan grande como un sueño.

Después de un amanecer entre sonrientes montañas, un niño trepó un árbol prohibido sin recibir la maldición y halló así un primer conocimiento digno de una sabiduría ancestral. Entre marionetas y paisajes-cuadro, el niño creció aprendiendo de un gurú y llegó a ser un guía místico, para quien el sentido de la vida fue levantar el ánimo de todos quienes lo rodearan, hacerlos creer en sí mismos y recordarles que cada ser humano es capaz de cambiar al mundo hasta con el más pequeño actuar. Tan loable fue la labor de Swami Vivekananda, que lo invitaron al Parlamento Mundial de Religiones en Estados Unidos y ahí procuró mostrar cómo unir el progreso material de occidente con su sabiduría oriental. Los espectadores distraídos reaccionaron en la celebración de despedida ofrecida para el gran pensador, donde una pequeña bailarina movida por cuerdas hizo gala de una hipnótica danza hindú. Después del discurso diplomático, despertaron los dormitantes por el sonido de las varas que cuatro personajes humanos percutían en el llamativo baile de recepción.

¿Qué decir sobre Meher The Troupe y su profundo amor hacia los títeres? Quizá si hubieran mantenido la lengua de su tierra y su inherente expresividad, habría sido más sencillo contemplar, tal como cuando el pequeño “amo de sí mismo” (swami) escalaba grácilmente las ramas de un árbol para encontrar su misión vital.

 

Meher The Troupe 
La vida tan grande como un sueño
16 de octubre de 2018
Teatro de Minas

Fotografía: Bernardo Cid (Cortesía FIC)

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