Unos pies raspan el suelo, avanzan pero sin despegar las plantas, jalan, arrastran, desplazan sin perder el contacto piso-piel. Descubrir un movimiento propio, un vocabulario único, una nueva voz es el objetivo de la danza contemporánea, mas el reto aumenta de complejidad cuando se añade la perspectiva ocular como un elemento performativo fundamental. Videodanza es la obra original, Solo replanteado como palimpsesto para un Dúo en escena, que por imprevistos no fue posible lograr.
Corre la cinta y los pies, más que una herramienta motriz, son seres pensantes, seres sintientes que se detienen ante el obstáculo de una roca y ajustan alrededor de ella su andar. Las extremidades son el punto focal donde se despliega un velocísimo paradigma de posibilidades expresivas. Las manos, los dedos, incluso las uñas articulan un discurso vertiginoso girándose, rosándose, cruzándose, entrelazándose, y la velocidad aumenta hasta llegar un momento en que el ojo ya no percibe formas, sino una ráfaga de piel y la consecuente resonancia de la rapidez entre la oscuridad.
La danza también es sonido: sonido de la ejecución, danza de la ejecución. Una vez que la pieza visual concluyó, quizá para mitigar la ausencia de la bailarina, dos músicos interpretaron en vivo las canciones que acompañaban la coreografía. Si se sigue el principio ejemplificado por la cámara, puede descubrirse que el movimiento creativo también ocurre ante un piano y un clarinete. La música, al considerar su fuente instrumental, es tacto que se proyecta mediante el viento y la percusión; entonces, no son dúo sino cuarteto dancístico las manos de los artistas. Como eco de la imagen en pantalla minutos atrás, los dedos se deslizan imparables por las teclas y las llaves, y si los instrumentos fuesen mudos, el movimiento no produciría, más bien poseería su propio sonar.
Los cuerpos de dos hombres simulan estaticidad con sus espaldas rectas, piernas rígidas y pies plantados en un solo lugar, pero sus brazos se elevan, desplazan, estiran, contraen. Las manos también ensayan posiciones: cortan, huyen, atacan, casi como un lenguaje de señas individual, un código de expresión emotiva personal. Esa coreografía espontánea también está presente dentro de un sistema de comunicación en pareja: una curvatura del tronco, una elevación de los hombros, una flexión de la cabeza, un gesto del rostro para coordinar y sincronizar.
Mi memoria evoca el movimiento, el sonido, la imagen, y como constatación de todo lo dicho en estas líneas, mi consciencia descubre ahora mismo el golpeteo de mis yemas sobre la máquina, esa danza de mis dedos que se propaga de lo sonoro a lo visual, combinación de grafías cuyo contenido se proyecta aún más allá.
Compagnie Michèle Noiret
Palimpseste Solo | Dúo
22 de octubre de 2018
Teatro Cervantes
Fotografía: Claudia Reyes Ruiz (Cortesía FIC)