Café revuelto y algunas conjeturas Por: Mariana Perea

El café tiene un sabor medio revuelto, honestamente. He puesto mi vista en la situación de Afganistán. Parece película de Spielberg cómo, en cuestión de semanas, la vida -que podría no ser sólo especulativamente- les fue arrebatada a miles de mujeres y niñas. En 2004, la constitución afgana, finalmente, les reconoció como iguales a los hombres: con derecho de ir a la escuela, de trabajar, de seguridad social. Ahora viven en vilo porque el Talibán decida cuál es el sentido práctico de “reconocer los derechos de las mujeres acorde al Corán”.

De la noche a la mañana las estudiantes universitarias tuvieron que quemar sus libros, dejar de pensar en su vida profesional, para preocuparse por sobrevivir. En una escalofriante columna publicada por la BBC, una joven afirmó que está lista para suicidarse en el momento en que miembros del Talibán fueran a buscarla para casarla (para agregarle terror al asunto: de esta práctica no hay cifras “oficiales” ni consideradas cercanas a una aproximación) y no es la única, al parecer la gran mayoría de sus compañeras, quiénes no pudieron huir del país, contemplan hacer lo mismo.

Decenas de miles de vidas trastocadas de forma irreparable por decisiones de plumazo que poquísimos toman. En estos momentos quiero poner el acento en la crisis social y el lado humano antes que en las consideraciones geopolíticas-económicas que están representadas en la situación afgana…o en otras tantas.

Al ver los aviones repletos de refugiados, las terribles imágenes de personas cayendo desde el fuselaje de los aviones o los relatos de terror que se viven en el aeropuerto de Kabul; no puedo evitar pensar en nuestras fronteras. Pensar en los videos de oficiales mexicanos de migración golpeando a centroamericanos, en los campos de refugiados -porque eso es lo que son- en ciudades como Tijuana o Juárez, las historias de abusos y dolor que se escuchan en los refugios para migrantes. Tampoco puedo eludir las imágenes de las protestas de los padres cuyos hijos mueren de cáncer por no tener acceso a medicinas, las abismales tasas de desempleo, la desesperación por conseguir tanques de oxígeno para familiares enfermos por coronavirus, el dolor de más de 90 mil familias que buscan a sus seres queridos, etcétera, etcétera…un extenso y extenuante etcétera.

Según información de Reuters, México recibió a 86 trabajadores de medios de comunicación afganos y sus familias, principalmente trabajadores de The Wall Street Journal. Ellos podrían pensar que han pasado del fuego a la olla, sin embargo, eso aún está por verse, pues según cifras oficiales, en lo que va de la administración obradorista (hasta julio 2021), han sido asesinados 43 periodistas, 68 activistas por los derechos humanos y 33 activistas ambientales (esto último de acuerdo con cifras del Centro Mexicano de Derecho Ambiental, hasta 2020). A todas estas cifras habría que agregarle las agresiones, los acosos y otras formas de violencia de que son sujetos los opositores al presidente.

En su reporte “Hallazgos 2019” la organización México Evalúa reportó que aproximadamente el 92.4% de los delitos quedan impunes. Así las cosas por estas latitudes. Habrá que notificarles a los refugiados afganos, incluidas las niñas del equipo de robótica que fueron recibidas por el canciller Ebrard la semana pasada. Y, de paso, habría que decirles que en febrero de este año las cifras del INEGI confirmaron un promedio de 10 mujeres asesinadas por día…síp, el periodismo, la lucha por los derechos humanos, la defensa del medio ambiente y el ser mujer también son asunto peligroso por aquí.

Mientras refugiados afganos nacen en aviones británicos, el Talibán entra en el aeropuerto de Kabul y se toman fotos con las migajas que el gobierno estadounidense no se molestó en dejar. Mientras, López Obrador se toma algunas horas “en huelga” porque un grupo de maestros del SNTE le faltaron al respeto -en sus propias palabras- por impedirle el libre tránsito hacia su misa de gallo. Mientras… se gobierna un país de plumazo, con dichos, libros y vídeos, el país se nos cae a pedazos.

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