Todo lo que respira.
La noche, todos los besos desde el primero.
Antes de nosotros,
la itinerante geografía de las montañas,
la milenaria afinación de las aves.
Cada instrucción, cada instante.
Antes de ti
cada despedida hasta la primera.
Lo que se mueve,
lo que espera su turno para ser.
El primer abrazo de mi madre.
El dolor y el que lo siente,
lo que no fue.
Desde la paciencia del mármol
hasta la escultura.
Las decisiones y sus consecuencias.
El que creyó equivocarse y no.
Todo lo que fue amado.
Todo el cariño, todas las guerras,
la belleza en las cosas pequeñitas.
El mundo tal y como siempre ha sido:
Todo aquello debió haber pasado
para que te conociera.
Casualidades Por: Mario Alberto Santoyo
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