La historia nos cuenta que en 1875 a Tchaikovsky le fue encargada la composición de un ballet que pudiera ser representado en el Teatro Bolshói de Moscú siguiendo los grandes emblemas y protocolos imperiales de la época. Tchaikovsky, sin embargo, no llegó a las expectativas. Su ballet, El lago de los cisnes (basado en el cuento Der geraubte Schleier o El velo robado, de Johann Karl August Musäus) resultó “imposible” de ser bailado y la composición original terminó desbaratada y reajustada infinidad de veces. Grandes bailarines rusos interpretaron esta obra y poco a poco, luego de múltiples cambios y adaptaciones, fue consolidándose entre las piezas dignas de ser exportadas al resto del mundo.
Cuando el director de la compañía Les ballets de Monte Carlo, Jean-Christophe Maillot, nos anunció que su propuesta escénica iba más allá de la representación tradicional de El lago de los cisnes, inevitablemente surgió la pregunta: si nunca ha existido una versión fiel a la obra de Tchaikovsky, ¿en qué sentido se considera lo tradicional? ¿En la técnica misma de la danza clásica? ¿En la adaptación de la música a los códigos del ballet? ¿En una forma habitual en que los bailarines principales encarnan a Odette, Odile y Sigfrido? La propuesta de Maillot quiere resignificar desde el ballet contemporáneo todos esos elementos, pero sin alejarse de la perfección y refinamiento que requiere la técnica clásica, la cual es considerada a menudo excesivamente rígida.
¿Cómo jugar, entonces, con lo riguroso y a la vez con lo emocionalmente desbordante? ¿Cómo expresar desde la altura y el constante alargamiento lo devastador y lo espantoso? LAC introduce la posibilidad de una mayor expresividad desde ligeros toques entre los bailarines que se perciben como irrupciones, escisiones de lo clásico para poder vislumbrar, por un instante, el torrente de horror que provoca ver la transformación ineludible de la amada en un cisne que, aunque bello, no deja de ser una criatura incapaz de corresponder al amor que el príncipe le profesa. Criatura además condenada a cada noche ser consciente de lo inalcanzable que resulta la vida humana.
La expresividad y la reinvención son las cuestiones a trabajar, no sólo en las propuestas escénicas de Maillot, sino que parecen una preocupación de la técnica clásica desde hace varios años a la fecha en la que no se quiere caer en lo obsoleto, pero tampoco en el rompimiento completo de los códigos que la identifican. Por ello, en este mismo plano se coloca también al Ballet del Teatro Nacional de Eslovenia Maribor, cuyo director y coreógrafo, Edward Clug, ha buscado la resignificación de piezas emblemáticas como Stabat Mater de Pergolesi y La consagración de la primavera de Stravinski.
Desde el inicio de la obra, los bailarines se nos aparecen no como personas que han llegado a un escenario para mostrarnos una pieza ensayada, sino como figuras que han pasado siglo tras siglo inmersos en la repetición de un nacimiento y una muerte. El hijo de un dios ha fallecido, ha sido crucificado y su madre agoniza con él en medio de un dolor insoportable.
Al verlos no pensamos en la técnica pulida en exceso, la cual es más que evidente, sino en la sincronía perfecta en la que los cuerpos se organizan con la música de Pergolesi, la cual a ratos resulta contrastante con la devastación expresada en escena. Contrastante y no por eso desatinada, pues nos sumerge en la solemnidad de un acontecimiento sagrado que se ha vuelto terrenal.
Cada coreografía hecha para La consagración de la primavera viene con la sombra de Nijinsky y de Pina Bausch, el mismo coreógrafo lo reconoce y acepta que, finalmente, su propuesta no es más que un homenaje a estas grandes representaciones. A ello Clug le ha añadido el agua como elemento detonante del deslizamiento y movimiento ligero, suave, pero controlado. Una vez más, los bailarines nos hacen partícipes de un ciclo de fertilidad interminable, es por ello que la coreografía se torna repetitiva, pero no por ello menos expresiva.
Les ballets de Monte Carlo
LAC, basada en El lago de los cisnes
Auditorio del Estado
11, 12 y 13 de octubre de 2018
Ballet del Teatro Nacional de Eslovenia Maribor
Stabat Mater y La consagración de la primavera
Auditorio del Estado
19 y 20 de octubre de 2018
Fotografía: Claudia Reyes (Cortesía FIC)