¡Demasiado libres! Por Iván Alejandro Díaz Acevedo

 

Yo la amaba o la amo o la amaré, cómo saberlo, desgraciadamente no vine con un instructivo, cómo poder adivinar que no debía amarla, cómo hacerme entender que ella no era para mí, si por desgracia somos demasiado libres, demasiado humanos para rehusarnos a no anhelar lo imposible.

¿Qué es lo que realmente deseas? Qué te inunda el pensamiento por las mañanas al despertar, qué te consume como ansiedad por las noches. ¿Acaso son los labios morados salpicados por el rojo del deseo? ¿acaso es su piel cortada y recortada por su desprecio juvenil por la vida? Quién te manda a amar a la suicida, quién te obligó a imaginar un futuro con quien no está seguro de levantarse a la mañana siguiente.

¿Quién me manda a amar a la idealista? Quién me manda a amar lo que no me corresponde. Demasiado libre, demasiado humano como para ver el panorama general, demasiado débil como para aún querer guardar la mentira.

¿Tú y yo quiénes somos? Castillos en la arena que se fijan en la efervescencia del momento, palacios empedrados de nombres ajenos a sus propios horizontes. La manzana de Adán y Eva nos hizo demasiado libres como para aceptar la derrota, ¡no siempre se tiene lo que se desea! Pero como dice el uruguayo se tiene derecho de hacer lo que no se quiere, se tiene derecho de tirar la toalla cuando se entiende que todo está perdido, se tiene derecho a decir adiós cuando comprendes que hay decisiones demasiado costosas como para continuar con ellas.

 

Fotógrafa: María Paola Garrido Barrera

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