Leer los artículos de Guillermo Fadanelli por primera vez (La polémica de los pájaros, 2007) nos recuerda a una pelea en la que no estamos preparados (y creemos que no importa). El nombre no suena cercano, tal vez escuchado por allí o por acá alguna vez hace ya varios años, da una falsa esperanza de seguridad que sólo el desconocimiento puede otorgar. La campana suena, empieza el primer round y no ha pasado ni un minuto (o un párrafo, si a esas vamos) cuando ya sabes que no se trata de una pelea limpia.
Fadanelli juega sucio, o por lo menos esa es la primera impresión que te causa, tras asestar el primer golpe. Es bajo, sin aviso, válido de cualquier modo porque el réferi no los ha detenido. La fachada se te cae, se torna confusa y te preguntas “¿No se supone que debería hablar sobre esto?”. Atesta el segundo guantazo que apenas y esquivas, poco a poco cayendo en cuenta de la trampa en la que has caído. Fadanelli no planea ser amable, lo notas cuando te zumba en la cara con algo que aprenderás muy bien a identificar más tarde durante el encuentro: Su sentido del humor, irónico, sombrío quizás. El título comienza a tener sentido y su juego también. Te dejas llevar entre su ironía punzante aunque eso signifique recibir alguno que otro golpe en el proceso. Da igual, ya empiezas a entender cómo es que funciona. Sus temáticas y el humor están presentes en todos su ensayos, son lo que le dan ese toque tan él. Un derechazo, un gancho izquierdo y el primer round termina con alguna otra nota irónica, un recuerdito para que te quedes pensando.
“Así que esto es Fadanelli” te dices a ti mismo en lo que el réferi te concede unos escasos minutos para digerir todos los golpes recibidos. La campana vuelve a sonar y empieza el segundo round, ya no eres tan inocente como al inicio, así que por lo menos tienes idea a lo que te enfrentas. Sin embargo, aún es difícil predecir todos sus ataques y alguno que otro sigue certero. Pese a ello, te puedes jactar de ser un poco más sabio (sólo un poco), Fadanelli repite su técnica al hablar de esa metrópoli que tanto parece odiar, de la modernidad y lo que esta conlleva: el caos, la vida frenética y esa cultura del desecho en la que la sociedad parece vivir. En ocasiones, baja su guardia y es nuestra oportunidad para contra atacar, no profundiza en detalles al tratar de abordar en otro tema o descuida la posible atención del lector al realizar listas enormes. Y aún así no es suficiente para derribarlo, Fadanelli gana en experiencia y el knock out es inevitable.
Mientras estás tendido en la carpa viendo a la princesa Diana saludarte con la mano y al espectacular que vela sobre la capital, piensas en que sus artículos, como la pelea (sucia o no, eso queda a consideración), son breves pero sin tregua alguna. Una totalmente recomendable, eso sí, no para cualquiera. Quizá no se trate del mejor adversario con el que nos encontremos, mas sí que sabe cómo dar pelea y cómo hacernos reír de esa crítica de la que a veces no somos tan ajenos como quisiéramos.