La rutas que ha seguido la humanidad la han llevado con frecuencia a escenarios oscuros y desesperanzadores, por lo que es sencillo que nuestra atención sea seducida a contemplarlos hasta el agotamiento de nuestro ser. Sin embargo, se puede levantar un poco la vista para descubrir una pequeña farola que no permite al abismo devorarlo todo. Estas luminarias en ocasiones no pueden ser distinguidas por el ojo, sino mediante el oído conectado al alma.
Aunque esta línea comienza antes de la aparición de Beethoven, sus obras son un buen inicio para recordar e ir hacia adelante. Eso es lo que hace uno de los grandes artistas coahuilenses, el virtuoso del piano Alejandro Vela, en cuyo recital nos condujo cerca de grandes cuerpos celestes de la historia musical.
La velada comenzó con uno de los poemas sonoros de Schubert, “El vagabundo”, en el que hizo gala de su tremenda habilidad para mantener a toda la audiencia absorta durante los veinte minutos de duración de la pieza. El decidir comenzar con esta obra antes que con Beethoven, hecho que rompió un poco el orden cronológico de la presentación, tuvo como propósito preparar a los escuchas para el estruendo de la pieza consecuente. «La quinta sinfonía», de Beethoven, es un supernova musical demasiado grande para ser reducido a un instrumento; no obstante, otro de los grandes, Franz Lizt, logró hacer una transcripción acertada para piano, la cual conserva su abismal esencia sin dejar de representar un reto que pocos pianistas en la actualidad pueden lograr sin desfallecer, como la hazaña que Vela logró al hacer la pieza suya cual caballo de guerra.
La etiqueta de gala dentro del teatro puede ser difícil de retirar, sobre todo en un concierto de alta música, pero el rompimiento de esta compostura entre los presentes ante el legendario “Danzón número dos”, de Márquez, en un arreglo propio de Alejandro Vela, fue lo que disipó cualquier oscuridad. Bastó con mirar las sombras entre el público para descubrir que se danzó en silencio al ritmo de las notas producidas y amplificadas por el hermoso steinway negro del escenario.
Con seguridad, algunos de los afortunados asistentes no volverán a ser los mismos luego de alzar un poco la vista y contemplar varios de los astros luminosos que ha producido para piano el alma humana.
Alejandro Vela
De Beethoven al danzón
25 de octubre de 2021
Teatro Juárez
Fotografía: Isaac García (cortesía FIC)