Un poco de mi madre y de mi padre Por Mariel Estévez Palmero

Me causa una ira descontrolada, ver cómo mi madre  deja pasar a mi padre a su casa.

De las primeras veces, en  las que yo reconocí el machismo, fue gracias a mi padre; recuerdo a mi madre diciéndonos  a mi hermana y a mí: “hija, trae los zapatos de tu  papá”, “hija, sírvele de comer a tu papá”.  O peor aún, escuchar a mi papá obligándonos a mi hermana y a mí a darle un beso en la mejilla, después de un fuerte o vergonzoso regaño.

Rascando en mis pensamientos y emociones, (y sin sorprenderme) encontré mucho rencor en mis entrañas. El rencor a mi padre por las incomodidades que nos obligaba pasar, tanto a mi hermana como a mí y el hecho de exigirnos hacer cosas a las que estaba prohibido  decir “no, no quiero”.

Después, viene  el rencor a mi madre y su constante ejemplo de querer desarrollar en mi hermana y en mí, esa “virtud” de quedarnos calladas, de solapar al abusivo,  y de volvernos “ciegas”.

Ahora, a mis treinta y un años, he  comprendido lo infinitamente normalizado que estaba el machismo de mi padre, y más aún, el  machismo que viene de mi madre.

A ustedes también les pasa, ¿verdad?.

Historia Anterior

Cinema Paradiso: “Una carta de amor al cine” Por: Paulina Cuenca-Flámina Films

Siguiente Historia

Seremos el otoño Por: Esperanza García Durán