Vamos a enamorarnos por Antonio Valverde

Gabriel Morales (cortesía FIC)

Un otoñal viento fresco recorre las calles de Guanajuato. Mientras el sol comienza a apagarse, las farolas de los comercios se van encendiendo y los rescoldos de las ilusiones que habitan entre quienes recorren los callejones también. Es una noche perfecta para el amor.

El epicentro de la deflagración erótica es el icónico Teatro Juárez, cuya puerta está resguardada por las nueve musas que restringen el paso de lo monótono y solo permiten el acceso a aquellos suficientemente inspirados. Hay un nombre marcado en el programa: Daniel Herrera. Nadie sospecha que es el mismo cupido, aunque más efectivo, pues ha dejado el arco y las flechas de oro para tomar un artefacto harto más sofisticado: en el centro del escenario, una tenue luz ilumina la portentosa arma del Eros renovado, un piano Steinway & Sons.

El concierto comenzó con la suite “Andalucía” seguida de “La comparsa”, del maestro cubano Ernesto Lecuona. Con esas piezas se intentaba dar un panorama de la historia musical cubana, por una parte, refiriendo a la música española, por otra, a la de tierras africanas, pues esta doble raíz da a luz la actual tradición musical de la isla. 

Podemos considerar que este querube de la composición tuvo una delicadeza con el público al introducir lentamente el resto de la alineación de su orquesta, pues sin esta preparación para el momento estelar, el alma de los oyentes se habría quebrado por la sublime mezcla de melodías, como con “Consejo sano”, interpretado con la pianista y cantante Sonia Cornuchet en un ensamble de voces, uno de los clímax de la noche.

Se pudo sentir una caricia en el alma cuando se develó que incluso el dios del amor se puede enamorar; lo demostró al revelar que “Habanera a Lucy” es una declaración para su amada, una mexicana presente entre las primeras filas del público.

Daniel Herrera es un virtuoso; demuestra que aun cuando se es capaz de llevar el señero feeling cubano, también puede permitirse disfrutar y homenajear a otros grandes, como Atahualpa Yupanqui, Pablo Milanés y Armando Manzanero. La noche terminó con la sensación de amar la vida, con ganas de cantarle a otra alma o hacer el amor con uno mismo, como enseñó una de las canciones. Este músico es uno de los mejores regalos que Cuba le ha dado al mundo y la mejor forma de agradecerlo es con un aplauso de pie.

 

Daniel Herrera
De Lecuona a Manzanero
23 de octubre de 2021
Teatro Juárez

Fotografía: Gabriel Morales (cortesía FIC)

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