Vitalidad entre ladrillos: El pequeño Quijote Por Alberto Castañeda

Me habían llamado para hacer un trabajo en Dolores Hidalgo, era una capacitación de filosofía y pensamiento crítico para maestros de bachillerato. Los rituales tradicionales de millenial usuario de redes sociales me obligaron a postear una foto con mi nieve de garambullo recién comprada en el jardín principal. Recibo un mensaje de un gran amigo teatrero de León:

—¿Qué onda, mi Beto, dónde andas?

—En Dolores, vato. ¿Por? ¿Qué se arma?

—Por ahí está Gerardo, por si lo quieres conocer.

Pensé que sería una buena idea entrevistarlo, poco sabía del movimiento teatral en Dolores Hidalgo. Tenía el contacto y una dirección. Google Maps me dirigió para allá. La pintoresca ciudad de Dolores dejó sus colores a medida que iba avanzando por una calle, los muros de los edificios comenzaron a convertirse en ladrillos. Es natural que las ciudades saquen su verdadera piel fuera del centro histórico; trampas de turistas ocasionales.

Llego a un zaguán gigantesco pintado con colores muy vivos, contrasta con el paisaje urbano de ladrillos que tiene alrededor. Ahí dentro me encuentro con Gerardo Curiel, quien se encuentra trabajando con dos chicos unos textos de Juan Rulfo para una presentación. Terminé maravillado con ese lugar, un refugio para la danza, el teatro, la lectura y la música. Un punto de esos donde nacen maravillas entre los repetitivos paisajes de ladrillos. Se llamaba La casa de los elfos; le sacaban nuevas tonalidades a las colonias terregosas donde el sol pega más duro.

Teatro Demediado de San Miguel de Allende trabaja en La casa de los elfos, los titiriteros, actores, dramaturgos y directores, Lorena Kasper y Gerardo Curiel, se encuentran al frente de un proyecto verdaderamente altruista. No son esos proyectos que se confunden con las fotos de políticos besando niños y saludando manos sin nombre. Teatro Demediado trabaja con los niños, que aún no saben posar para fotos, pero ahora pueden hacer poesía en el escenario.

Nunca se prohibió nada a mi mirada curiosa en ese lugar; a pesar de ser un extraño hace quince minutos, se me hizo sentir en casa. Así de transparente es La casa de los elfos y Teatro Demediado. De ver un ensayo a pasar a una sala de lectura, de convivir con los álbumes fotográficos de presentaciones anteriores hasta poder vestir algún títere.

Por situaciones distintas se me escapaban las diversas funciones que presentaban en Guanajuato. Cuando me enteré que vendrían para el Cervantino sabía que no podían escapárseme. Una experiencia con Teatro Demediado es como un viaje en bicicleta al cerro. Nunca es trabajoso, uno va a su tiempo, disfruta del paisaje y el viento para no acalorarse. El viaje es tan placentero que no sabes qué es más gratificante: el viaje o el destino. El pequeño Quijote nos deja asomarnos por la vida de un Alonso que también es Quijote por convicción, los molinos son ventiladores y Rocinante es su bicicleta.

Si el espíritu del Quijote viviera, estaría en la despreocupada visión de un niño a quien aún no le afecta sentir si las cosas son reales o no. Todo en la vida del niño es un proyecto que está por hacerse. El mundo es abierto, no es la apabullante necesidad de ser realista como los adultos. Para el niño la realidad es sólo un proyecto que está al alcance del cuerpo, de la acción. Las lecturas no son signos que interpretar, no son metáforas de nuestra vida que nos mantiene alejados del arte. Solo porque somos lo suficientemente cobardes para afrontar lo absurdo y volátil que son nuestras verdades, nuestras filosofías, nuestra rutina de vida. Para el niño la lectura es vida en espera de cuerpo. No hay verdades, solo actos en espera de hacerse. La sensación que siente un adulto cuando escucha a un niño decir que quiere ser astronauta para alcanzar las estrellas solo es cariño disfrazado de envidia, porque el adulto ya no sabe tocar las estrellas. La casa de los elfos, Teatro Demediado, no enseña a los niños las artes, les recuerda dónde es el lugar donde la vitalidad continua llameando.

Demediado Teatro
El pequeño Quijote
25 de octubre de 2018
Auditorio de Minas

Fotografía: Claudia Reyes Ruiz (Cortesía FIC)

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