El regreso triunfal de Los Leones de la Sierra de Xichú por Rebeca Lsp

ManuelSánchez/ArchivofotoFIC2019

Yo era tan solo una niña cuando mis padres ya eran unos fanáticos reconocidos de Guillermo Velázquez y su agrupación musical, Los Leones de la Sierra de Xichú, banda oriunda del norte del estado de Guanajuato. Año con año asistíamos, junto con cientos de otros simpatizantes de sus huapangos, a su presentación en el Festival Internacional Cervantino (FIC). Al principio yo no era una gran entusiasta de su música, pero, con el paso del tiempo, sus ingeniosas críticas sociales y su virtuosismo para rimar me fueron atrapando, como a todos.

Sucedió un día que sus versadas, mordaces y atinadas opiniones incomodaron lo suficiente como para que se le “dejara de invitar” al festival, aunque no a otro tipo de espacios dentro de la ciudad. Es por ello que al presentarse el programa del 47 FIC y revelarse que el veto había quedado atrás, muchos recibimos la notica con entusiasmo. Once años han pasado.

El sol se había puesto, los vendedores ambulantes de comida esperaban junto a los distintos accesos de la Alhóndiga de Granaditas y los cuerpos de seguridad guiaban la entrada de los asistentes; varios transeúntes se volvían curiosos, seguramente preguntándose quién se presentaría esta vez al ver la Alhóndiga casi llena. Marcaron las ocho en punto y ya estaban ahí, tras más de una década de ausencia, pisando el escenario emblemático del FIC. La guitarra de Guillermo no se hizo esperar y arrancó con un huapango deleitando a asistentes conocidos y extraños. Parte de sus versos exclamaban “sigo siendo un león, no un gatito del poder”, quizás en alusión a su triunfo sobre los intentos de censura que ha sufrido la agrupación, tal como el que esa noche llegaba a su fin.

El momento más cómico fue, probablemente, la parodia y duelo de versos entre Guillermo, disfrazado de Trump, y su esposa, otra declamadora excelente, disfrazada de inmigrante, donde la crítica al problema fronterizo fue evidente hasta para los más incautos. Además, para este magno regreso, Guillermo venía acompañado de sangre nueva, que zapateó, recitó e, incluso, rapeó en un ensamble híbrido entre el hip-hop y el huapango, recurso novedoso para atraer a las crecientes generaciones, cuya efectividad no tardó en comprobarse con los vítores y aplausos de jóvenes y grandes por igual. Tampoco puede dejarse de lado la participación de dos músicos fantásticos: un bajista que acompañó el rap y un violinista que sacudió a la audiencia provocando silbidos y aplausos eufóricos.

El evento se acercó a su fin con las famosísimas calacas, donde el filoso ingenio de Guillermo dio muestras de conservar su agudeza y fulgor, en cuyas calaveritas ni Diego Sinhue, gobernador del estado, se salvó, ganando así las risas y palmas simultáneas del público, del equipo técnico y hasta de las fuerzas de seguridad del evento.

El concierto cerró entre mojigangas y aplausos, poniendo de manifiesto la importancia de continuar las tradiciones y entablar un vínculo entre la música tradicional y las nuevas expresiones. Los últimos versos del reconocido fundador de los Leones resuenan con fuerza: “y así, aunque me apague yo, quedan otras luces encendidas”.

Guillermo Velázquez y Los Leones de la Sierra de Xichú 
México es grande ¡y es mi país!
14 de octubre de 2019
Explanada de la Alhóndiga

Fotografía: cortesía FIC

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