¡Corre! por Gabo Díaz

Fotografía de @mattdiosdadofotografia

 

No logro entender por qué pensamos tanto en decir que no, cuando algo no nos gusta o nos parece irrelevante. El amor es tantas cosas, como cantar tu canción favorita en el auto, pasear de la mano, reir, soñar, imaginar, crecer en todos los ámbitos de tu vida, despertar con un mensaje de ¡Buenos días bonita! O irte a la cama con un ¡Ya te quiero ver!, es esa sonrisa que te saca sin querer cuando escuchas su nombre, ves una foto o simplemente le recuerdas cuando vas distraído por la calle. Cuando te saca una carcajada por un meme que te envió, cuando te hizo cuestionarte cuál era tu propósito en la vida y te ayudó a descubrirlo, cuando te motivan a luchar por lo que te desvelas cada día, apoyarte en las actividades del trabajo, escuela o del hogar que por más sencillas que sean, está ahí para facilitarte y despejarte de la rutina. Es escuchar tu teléfono y esperar una notificación con su nombre o apodo, contarle a tus amigos de tu nueva víctima, buscar tu mejor outfit por si le encuentras en tu andar, preocuparte por oler bien todo el tiempo y ser optimista con todo lo que haces. Cantarle una canción, escribirle una carta, regalarle libros o flores cada 18 del mes, mandar indirectas en redes sociales o incluso, dejar algo “olvidado” por allí, para tener una excusa y poder mirarle. El amor es tantas cosas, menos dejar de ser, aspirar, pretender, querer, aportar y poner lo que uno no desea. Dormir preocupado, salir con miedo, esconderte para no tener conflictos, dejar tu carrera, sueños o tu familia, por unas gotitas de “amor” de alguien que ni si quiera se conoce o sabe bien lo que quiere, pero sí, lo que es “conveniente” según sus criterios. A la primera que te cele, te humille, te grite, te insulte, te quiera revisar el celular, odie a tus amigos sin razón, te prohíba lo que sea, te empuje; Corre. Corre a donde sea, a un libro, a caminar, a una red social, a un amigo, a tu familia, a la iglesia, a algún deporte, a arreglarte las uñas, por un helado, a tu cama; a donde sea que quieras ir, pero no te quedes, más vale llorar unos meses, a arrepentirte toda tu vida, si a eso le llamas vivir…

El amor debe ser lo primero en el mundo, sobre todo, el amor propio.

¡Ámate por favor!

Historia Anterior

Mi novio es tauro y taxista teporocho por Iván Mata

Siguiente Historia

El México del ayer por Lucy G. Cruz Carlos