De la manera más directa, y con toda la intención de incomodar (como usted hace siempre sin consideración), le exigimos que, si ha tomado la decisión de asistir al teatro, se comprometa con ella y lo haga en serio: vaya al teatro. Si es confusa para usted esta solicitud, le damos a continuación trece ejemplos de molestias básicas.
1. Apague su teléfono o mínimo póngalo en modo vibrador. Si piensa que esto es una ocurrencia, tal vez debería limpiarse los oídos para escuchar las indicaciones que repiten hasta tres veces antes de iniciar la función.
2. Si llega a recibir llamadas, no conteste y menos a gritos. Si es urgente, salga de la sala; a nadie le importa ni quiere enterarse de su interesantísima conversación.
3. De nuevo, guarde su teléfono. La luz encandila al compañero de silla a un lado o detrás, y sus redes sociales seguirán intactas cuando acabe el espectáculo. Dese el tiempo tan merecido para descansar de la vanalidad.
4. No necesita tomar fotos ni video (antes de la función también lo repiten y repiten). Disfrute en directo, pues para eso bien podría ahorrarse un dinerito y verlo desde la cómoda pantalla en su casa o, como a usted le encanta, desde su dispositivo electrónico.
5. Llegue a tiempo (el boleto a veces le indica la hora límite de acceso). Si llega tarde y se le ocurre la fantástica idea de encender su lámpara, no apunte con su luz enceguecedora a los demás asistentes que fueron puntuales.
6. Sobre el mismo punto, si llegó tarde, siéntese en el primer lugar que encuentre disponible y no arme zafarrancho porque alguien ha tomado su asiento; no sólo incomoda a la audiencia, también entorpece el trabajo del artista en escena.
7. También al respecto, si usted llegó temprano y le apartó por compadrazgo un lugar al irresponsable de su amigo, no le grite desde el otro extremo. Además, poco caso tiene estar juntos si durante la función no hablarán, se supone…
8. No platique. Si tanto deseo tiene de conversar, mejor invierta el costo de su boleto en alguna comida social o algo más interactivo.
9. Vaya al baño antes. Si tiene algún padecimiento de incontinencia, tome precauciones y busque un lugar cercano a los puntos de acceso; no interrumpa la función para su fila y las de atrás.
10. Revise el programa antes de adquirir una entrada. Si desea acercar a sus hijos al arte, asegúrese de que el evento sea digerible y disfrutable para él; no torture a su pobre niño ni lo convierta en el motivo de molestia para el resto de los espectadores.
11. No ronque. Está de más mencionar lo absurdo de esta situación, pero si a usted le complace dormir envuelto, quizá, por una música de orquesta, silencie su ronroneo somnífero. También existen las transmisiones de radio en vivo o puede descargar los tracs para recostarse en su almohada con unos audífonos, evitándose la incomodidad de una butaca dura.
12. No ingrese alimentos, menos olorosos y de posibles derrames. Recuerde, no está usted en el cine; no distraiga con el ruido de su envoltura, no ensucie el recinto.
13. Este punto es relativo, pues hay artistas que así lo solicitan, pero si usted se encuentra en un teatro elegante ante un evento de danza, música o teatro con apariencia solemne, no aplauda ni grite como foca cada cinco minutos. Recuerde otra vez, usted no está en el circo ni en un evento de calle. Pretencioso es esto, ¿no?, pero compárelo con alguna disciplina seria (tal vez la cirugía, el cálculo, la litigación); respete la concentración del ejecutante, respete el ambiente emotivo que usted también debería darse la oportunidad de experimentar.
Cabe aclarar que para muchos el asistir al teatro es una experiencia desconocida y todo el protocolo puede resultar engorroso, pero lo cierto es que la mayoría de esos puntos no son más que sencillas pautas de civilidad. Si usted se ha identificado con alguno de estos crímenes, hoy es un buen día para enmendarse. Si aun identificándose le importa un pepino, qué le vamos a hacer, enorgullézcase entonces del ser indeseable que es.
Estimado público, que las musas lo bendigan, pues ya llegará el día en que otro de su especie le haga pagar sus imprudencias, o quizá un actor envalentonado, si no es que toda una concurrencia carente de su misma vergüenza, lo ponga en su lugar.