Ante los escándalos sexuales en Hollywood, derivados de las múltiples acusaciones a actores, productores e incluso empresarios, el cine estadounidense se ha visto un tanto opacado: los reflectores están más enfocados tanto en las víctimas como a los acusados. Frente a éstos, ya con una carrera fuertemente protegida por estrategias mediáticas, el universo cinematográfico de Marvel entra en una de las fases más esperadas, después de diez años, que conduce a Avenger: Infinity War, película trascendental para el cine sobre superhéroes, al menos para los lectores de Marvel y los directivos de Disney. Al respecto, es significativo reconocer los distintos caminos y estrategias con las que se han valido para vender productos que en su momento se consideraron de mal gusto: el cine sobre superhéroes o basados en cómics. Para hacer contrapeso, Warner lanzó el universo cinematográfico de DC, el cual estuvo dirigido por el duplo Snyder (Zack y Deborah Snyder) y, debido a sus fracasos de taquilla comparados con las ganancias de Disney, fueron desplazados, al menos por el momento, a productores ejecutivos. En efecto, este universo inició con The Man of Steel, película definida como un reinicio cinematográfico que en realidad me sabía más a un extraño refrito-tributo a Superman II (Dir. Richard Lester, 1980). No pretendo enumerar los aciertos y los vicios, siempre repetidos en las películas de Zack Snyder, de este reinicio.
A diferencia de Christopher Nolan, el tiempo ha sido el enemigo para Snyder, el cual permite enmendar posibles errores y ser más críticos con el producto pero, para un corporativo que al menos para este universo fílmico se preocupa más por las posibles ganancias, es un lujo con el cual no se puede contar, debido tal vez a los compromisos previos. Por supuesto, este lujo pudo haber sido un medio para estudiar cómo desarrollar posibles salidas y entradas. No obstante, las películas de este universo ya están ahí, algunas mal planeadas y otras mal ejecutadas. Por desgracia, Justice League se lleva la presea de la más esperada, no sólo por las nuevas generaciones de consumidores de novelas y cómics sobre superhéroes sino por los lectores con mayor conocimiento y quienes crecieron, al menos, con adaptaciones animadas, ya sea como películas o series. No obstante, la espera resultó un ¿fracaso?
Primero, ¿qué modelos se trabaja en esta adaptación? Hay un equipo de personajes pesados, la triada DC, el causante del reinicio del universo de DC (Barry Allen “The Flash”), el hombre-máquina que simboliza por sí mismo la máquina como instrumento de guerra pero también como identidad de una minoría racial (Victor Stone, Cyborg) y el ya satirizado pero rescatado rey (Arthur Curry, Aquaman). Cada uno de estos personajes contiene su historia y su legado, al menos para la cultura pop contemporánea. En este caso, por modelos no refiero a estos dos aspectos sino a unos más superfluos y paradigmáticos que nos han vendido desde años: el héroe caído (Superman), el héroe culpable y redimido (Batman), la heroína (Wonder Woman), el tosco renegado (Aquaman), el gracioso (Barry Allen) y el renegado de sus poderes (Victor Stone). Estos modelos, como paradigmas, le restan importancia, al menos en esta entrega, del peso real de cada personaje. ¿Dónde queda la inocencia y la arrogancia de un héroe muerto en batalla que, paradójicamente, su muerte es más llorada que las provocadas cuando el general Zod invade la tierra?, ¿qué fue de una mujer cuyo pasado y el recuerdo aún la golpea?, ¿dónde está el joven astuto, tierno e inteligente que llora por el asesinato de su madre y su búsqueda implacable para liberar a su padre inocente acusado de ese acto? y ¿qué hay de Aquaman y Cyborg? Dichas preguntas, tal vez ociosas si se toma en cuenta que están por venir películas individuales, de momento se estrenará la de Aquaman, y en cierta manera éstas, esperemos, sean resueltas en un futuro. El problema fue que no se termina, si no de desarrollar cada personaje, cómo se involucran a la liga, siendo su introducción errática y desfasada, a excepción los de la triada, quienes tienen por detrás su empresa en conjunto: Batman vs. Superman: Dawn of Justice.
Segundo, el elenco está bien integrado, sin importar que en ésta es la introducción real de Ezra Miller, Ray Fisher y Jason Momoa, omitiendo sin restar importancia los cameos en la otrora película. Aunque las fallas radican al parecer en el guión, los diálogos que buscan ser humorísticos, a pesar de que parecen ser introducidas con calzador y suelen sentirse falsos. Las referencias a otras películas populares o cantantes pop coreanos no hacen más que reforzar una idea paradigmática: Barry Allen como el gracioso, cuyas bromas buscan ser acogidas como un almohadón de plumas ante esa solemnidad tan criticada. El peligro: es inevitable compararla con el humor infantil y bobo de algunas películas de Marvel. Podría ser un humor inteligente y serio, aunque eso le restaría mayor público pero ¿mantendría cierta afinidad con los personajes de los cómics? El asunto es que no se les puede dar gusto a todos, más bien sería oportuno preguntarse cuál es la apuesta de este universo, pues al parecer no se ha logrado concretar alguna línea, a pesar del éxito de Wonder Woman.
Tercero, la crítica al villano-clave (Doomsday) de Batman vs. Superman fue muy ácida debido al diseño del mismo, el cual al parecer no respetaba el diseño del personaje. Algunos lo compararon con Ivan Oooze, villano ancestral de Mighty Morphin Power Rangers: The Movie (1995), misma comparación aplicada a Apocalipsis en X Men Apocalypse (2016), y otros sólo se burlaron con el intento fallido del retrato, pues le hubo restado importancia y potencia al personaje. Los lectores y fanáticos de DC Comics esperaban a un villano que fuera lo suficientemente peligroso para reunir a la triada DC con los demás héroes de la Edad de Plata y Bronce; se esperaba que fuera Doomsday, uno de los más emblemáticos y sádicos personajes de la compañía. No obstante, la decisión fue colocar a Steppenwolf con su tropa de demonios alados que se alimentan del miedo. La premisa del miedo como factor ya es polvora usada en otras películas de superhéroes, es imposible no olvidar al Espantapájaros de la trilogía de Batman ni la premisa de la película infantil El origen de los guardianes. Por supuesto, el miedo en este episodio del universo DC parecía más bien una sátira de lo que no hay que hacer. Es decir, emplear elementos ya explotados o emplearlos de manera más inteligente. Era predecible que el miedo habría sido el talón de Aquiles de Steppenwolf, no era algo fuera de ese mundo, aunque habría esperado otro tratamiento menos común. De tal modo, el miedo es un elemento, si bien no descartable del todo, que pudo ser distinto a los modelos ya mencionados. No obstante, el personaje me resultó no excesivo sino más bien demasiado pronto. Steppenwolf conecta a la trama con Darkseid y su interés por las cajas madres para, al parecer, recrear su planeta en la Tierra. Por supuesto, con la segunda escena post-crédito, se nos arroja a otro arco argumental: la formación de La Liga de la Injusticia, lo cual presupone alejarse de Darkseid y acercarse a otra línea, igualmente interesante.
La bondad de este villano tiene una secuencia lógica: Doomsday es quien une tanto Batman vs. Superman y Justice League con el arco de Darkseid. Esta conexión, lejos de parecerme patético y triste, es muy arriesgado y brillante, aunque su aparición, como ya dije, fue demasiado pronto. Los mejores platillos se preparan a fuego lento y en esta ocasión la llama era demasiado alta. El precio de esta jugada fue más bien financiero: no se logró la meta de ingresos, lo cual implica un reajuste en el proyecto del Universo DC.
Finalmente, las piezas musicales y el soundtrack son trabajos exquisitos que se apegan a la melancolía y la nostalgia, tanto a las películas de Batman de Tim Burton como a las propias series animadas. Por supuesto, el tono solemne entra en juego y mantiene un ritmo trepidante y precipitado, lo cual es bueno si se atiende a la solemnidad casi tribal con que se mantiene el soundtrack de Thor: Ragnarok (con esto, enfatizo en la originalidad y la particularidad del trabajo musical de Mark Mothersbaugh). Danny Elfman siempre es identificable, con sus trabajos tan oscuros como magistrales que suelen ser, en un momento, lentos y, en otro, veloces.
¿Es un fracaso cinematográfico La liga de la Justicia? En términos financieros, sí lo es, pues se esperaba recuperar en poco tiempo la inversión y fuera tan aplaudida como Avengers. En términos de los fanáticos y lectores de DC, es posible que haya una completa discordancia, unos maravillados y otros molestos, y se entiende cada una de sus posturas, pues el anuncio de este proyecto implicaba que fuera de las mejores puestas en escenas, pues el grupo por sí solo es emblemático. En otras palabras, la batuta aplicada a La liga de la Justicia estaba muy alta y se esperaba que rompiera con el estigma inicial del Universo DC y continuara con el modelo exitoso de Wonder Woman. He aquí el error: la repetición de modelos que se enfocan en el triunfo en taquillas y no en la historia. En efecto, no se le puede pedir peras a los blockbusters, pues su fin, por lo regularidad, es generar ganancias, a pesar de que el cine sobre superhéroes por años fuera dilapida. Al parecer, filmar sobre ellos era sentenciar su vida a un desliz de mal gusto.
Ahora ¿cuál será la batuta y la premisa para Aquaman?