La Hojaldrería de todos los que andan con hambre por Miguel Toral

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Pocas cosas recuerdo -poquísimas de hecho- de mi paso por la escuela de letras, uno de ellos es mi encuentro con una pareja, Farina y Ariel, que por aquel entonces vendían burritos -sabrosos y norteños- los recuerdo también sentados en las primeras filas, recuerdo su plática y al poco tiempo incluso las que hubo entre nosotros.

 

Con el pasar del tiempo, la pareja se casó y emprendió un negocio al que recurrentemente iba, sobre todo a descubrir cómo está hecha su salsa verde que sobre cualquier hojaldre sabe de maravilla -spoiler alert: nunca lo descubrí-.

 

Esta semana nos encontramos de nuevo para hablar de la última gran hazaña de su negocio: la Hojaldrería.

 

 

Miguel Toral – La primer pregunta obligada claro, ¿Cómo nació La Hojaldrería?

 

Hojaldrería – En realidad fue todo una aventura, éramos dos chavos norteños (Baja California y Sinaloa) recién casados estudiando Letras Españolas en Valenciana que se mudan en 2012 a vivir al centro, justo al edificio donde existía "Dolce Hojaldre", cuyos dueños eran veracruzanos (hacían hojaldre veracruzano), y quienes, por azares del destino, tuvieron que regresar a su tierra; entre una cosa y otra se dio la oportunidad de que nos traspasaran el negocio; ninguno de los dos (Farina y Ariel) teníamos un peso y ninguno de los dos veníamos de familias panaderas así que, pidiendo prestado a familiares y amigos, reunimos el dinero necesario para que oficialmente nos traspasaran Dolce Hojaldre (lo que hoy es La Hojaldrería de Guanajuato) y entre tutoriales de Youtube, panaderos conocidos, cursos, etc., obtuvimos la receta de lo que hoy es el hojaldre de nuestras empanadas, producto al que la gente guanajuatense le ha abierto su corazón a lo largo de estos más de 7 años.

 

MT – Si no hubieran sido empanadas de hojaldre, ¿qué sería?

 

H- Eran (seguían siendo en ese entonces) hojaldres veracruzanos por el primer año y medio de nuestro negocio, pero al pasar por una mala racha y por consejo de un querido amigo, cambiamos la forma de nuestro producto y por ello ahora son empanadas. Nos gusta la comida (a Ariel cocinar y a Farina comer, jaja), por eso hemos puesto otros negocios de comida que han resultado y otros no tanto, pero en el camino culinario seguimos.

MT- ¿Cómo eligieron el sitio donde iban a estar?

 

H- El sitio no lo elegimos, románticamente creemos que ese lugar en Galarza nos estaba esperando y, por los 7 años que estuvimos ahí, fue una súper ubicación; ahora estamos unos metros más adelante, en calle 28 de Septiembre y tenemos otra sucursal en Zona Sur.

 

H- ¿Cuál es el día a día de La Hojaldrería?

 

En un día puedes observar todo el amor que se le puede tener a un negocio que ha dado tanto. Nuestro día empieza entre 4 y 5 de la mañana, pues el hojaldre debe estar horneándose a más tardar 7:30 am para ser llevado al centro desde nuestra sucursal Santa Fe. Por la mañana, antes de abrir, se hacen entregas de pedidos a las cafeterías de varias escuelas. Tenemos un horario de 9:30 am a 9:30 pm en ambas ubicaciones, por lo que más o menos cada hora y media estamos horneando empanadas hasta que dan entre 5 y 6 pm que es la hora de la limpieza profunda, máquinas, horno, mesas, charolas, pisos, todo se lava y limpia para irnos a descansar, las chicas encargadas de vitrina en el turno vespertino se quedan atendiendo hasta cerrar. Y así hasta el día siguiente.

 

MT-¿Cuál ha sido el momento más complicado que ha tenido La Hojaldrería?

 

H – Un "Cervantino". Nuestro primer Cervantino, en 2012, sin prepararnos, nos fue de maravilla, trabajábamos tanto que dormíamos como 2 horas diarias y solamente contábamos con nuestra primera ayudante, pero nosotros felices por ver que nuestro negocio estaba luciéndose. Al Cervantino siguiente no quisimos dejarlo al azar, así que nos preparamos con bastante materia prima y, para nuestra sorpresa hubo un error en la publicación de las fechas de los eventos, así que nos fue fatal porque la gente llegó a destiempo. Ahí sentimos que estábamos tocando fondo, pues quedamos más que endeudados y ya hasta nos queríamos regresar al norte, pero, este amigo tan querido que te comentamos, nos dijo que no lo hiciéramos, que intentáramos haciendo el hojaldre de otra forma, así que en lugar de hojaldres comenzamos con las empanadas, cambiamos de nombre e imagen y ahí fue donde todo comenzó de nuevo; de ese pozo en el que nos sentíamos hundidos, salimos poco a poco y hasta arriba.

 

MT – ¿La anécdota que más recuerdan?

 

H – Uff, tenemos muchísimas, desde las visitas a los asilos de ancianos todos los 24 de diciembre, que nos hacen llorar de tanto amor, hasta la primera vez que decidimos regalar la empanada gigante por nuestro aniversario en el 2014 (28 de Mayo) o la llamada "Empanadoncha", donde aprovechamos el furor de las manteconchas, y nuestra publicación se hizo viral a nivel nacional. Pero, creo que una historia peculiar y pequeña de las que atesoramos, más porque sucedió cuando los dos estábamos 24/7 en el local, fue una vez que escuchábamos (Farina y Ariel) a Chico Buarque a todo volumen (somos melómanos de hueso colorado) y de repente cruzó la calle un chavo alto, moreno y de acento diferente, se asomó a La Hojaldrería y, sacando una identificación, nos dijo: "Qué buena música tienen aquí, Chico Buarque es mi tío, yo también soy De Hollanda", nos dijo mientras señalaba su nombre. Se llevó un par de empanadas y se fue. Nos quedamos impactados de la coincidencia de que estuviésemos escuchando a su tío mientras él pasaba por la calle. Qué mundo tan pequeño.

 

MT – ¿Qué les ha dejado la hojaldrería -como negocio, como lección, como estilo de vida-?

 

H – ¿Qué no nos ha dejado?, nos lo ha dado todo, nos ha enseñado que si le pones la suficiente cantidad de amor y pasión a las cosas, todo marchará bien. Estamos tan agradecidos con la gente guanajuatense y deseamos hacérselos saber siempre.

 

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MT – Si pudieran definir su vida con una empanada de La Hojaldrería ¿cuál sería?

 

H – La Minera, definitivamente, ésta lleva pollo en salsa de chile guajillo, papa, zanahoria, queso ranchero y jalapeño, tal como las enchiladas mineras, la receta es de Ariel y nos identificamos con ella por ser una innovación dentro de lo tradicional. Nosotros siempre estamos procurando hacer cosas nuevas para no estancarnos.

 

MT – ¿Qué sigue para el negocio?

 

H – Esperamos que más sucursales y llegar incluso a franquiciar. Por lo pronto a seguir trabajando lo mejor posible y con la calidad y calidez que la gente de Guanajuato se merece.

 

MT – ¿Qué consejo le darían a los emprendedores que están arrancando?

 

H – Siempre que quieran desistir (porque pasa y cuando pasa es horrible), pidan consejo a alguien con experiencia (más que nada experiencia de vida, no de un negocio en particular), esa persona los ayudará a saber si es momento de tirar la toalla o de seguirle hasta el último aliento. Porque es importante saber diferenciar cuando un negocio ya no da para más a cuando sólo pasa por una mala racha.

 

MT – ¿Qué consejo le darían a los estudiantes que están llegando a la ciudad?

 

H – Que se esperen lo que sea de este maravilloso lugar y que eso que les llegue lo reciban con los brazos abiertos; uno nunca sabe hacia dónde te va a llevar la vida, pero sin duda Guanajuato es el sitio indicado para aventurarse, enamorarse, vivir, crecer, disfrutar, hacer amigos invaluables. No conocemos a nadie en Guanajuato (sea guanajuatense o no) que no ame o no haya amado su paso por aquí.

 

Siempre que veo/leo a Farina y a Ariel, uno se llena de energía y dan ganas de llegarle a la vida como a los hojaldres, directo, sin escalas y con hambre.

Si están en Guanajuato no duden ni un segundo en probar la minera con la salsita verde que tanto misterio tiene.

 

 

 

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