Viaje hacia el Estigia por David Mondragón

ManuelSánchez/ArchivofotoFIC2019

Ningún hombre pertenece a ningún lugar, así lo establece una de las cláusulas de la condición humana que ha regido la vida desde su forma más primitiva. Por naturaleza somos nómadas y lo seguiremos siendo siempre que sea necesario asegurar nuestra existencia, siempre que la oportunidad se encuentre en otras tierras, allende el río, llámese Éufrates, Bravo o Estigia.

Los pasos, en las percusiones, avanzan tímidos por el orbe inexplorado, pero no se detienen; con el tiempo otros pies se unen a su andar, luego otros y otros más. El nimio ruido se convierte en una sinfonía de pasos firmes y determinados a seguir deambulando por un planeta que, a su paso, deja de ser extraño e inmenso. El éxodo deja huellas a seguir y huellas para permanecer, mientras el mundo se transforma en un hogar para aquellos que buscan descanso y en camino para aquellos que deciden prolongar el acontecer humano.

Los tambores aumentan su cadencia, la pantalla del fondo se enciende y las imágenes denuncian el estado de pobreza en el que se ve sumergido el pueblo, además de la violencia padecida por aquellos en pos del sueño americano. Un hombre corriendo, huyendo, viviendo… un migrante, nadie. La velocidad del golpeteo se acrecienta de manera tormentosa, perturbante, fúnebre, y con este sonar de tambores ruge la marcha de La bestia, tren que en su lomo lleva a infinitos pasajeros por una vía sin retorno. De pronto, un sonar de campanas anuncia, siempre, un cambio de suerte que, para pocos, puede ser el tropiezo con la riqueza prometedora allende el río Bravo, o, para tantos otros, el paso a una mejor vida anunciada allende el Estigia.

La obra Migraciones percusivas, del Ensamble TUMKUL, busca retratar las causas del éxodo, tales como la guerra, la hambruna, la violencia y las condiciones sociopolíticas que orillan a las personas a emigrar, fenómeno del mundo visto como un delito que castiga a los errantes por haber cumplido una de las cláusulas de la condición humana: no pertenecer a ningún lugar.

TUMKUL
Migraciones percusivas
22 de octubre de 2019
Templo de la Compañía

Fotografía: cortesía FIC

Historia Anterior

La flor que nace sobre las sepulturas por David Mondragón

Siguiente Historia

Poder al desnudo por Rebeca Lsp