LA MUJER Y EL NIXTAMAL Por: Hilda Verónica Ramos Luévano

Cuando la mujer rinconence se deja atrapar por la labor, por el cansancio y las charlas porel tiempo, por los astros y el movimiento pueblerino…

Caminante andante a la luz,
suplicante a la blanca luna,
hablante al tuesto sol,
comunicante al fastuoso viento,
cual silencio en suplicante vos.

MUJER…
Lírico tu canto,
manto sagrado tu chal,
manos cálidas de encanto,
relucientes cristalinas,
entre dorados granos de nixtamal.

Un rebozo turbando tu sien,
¡libertad a manos y brazos!
por las labores en ruta de fe,
que cubre el sereno a tu paso.

Y aunque quebradizos tus ojos,
y tu mirada palpitante,
pensamientos inertes lívidos…
¡sin cansancio! ¡sin fatiga!
lucen trabajo y suspiros atenuantes…

Con tu delantal a cuadros,
diseño estratégico de bolsas,
fajado desde tu cintura,
atado al cuello,
para el simulo cansancio.

Luego allá en el molino,
era de uniforme colectivo,
desfile de cubetas de aluminio,
la estancia entre la plática,
y el buenos días le de dios al amigo.

Una silueta de mujer,
buscando en el vacío,
encontraba a puños,
el sustento más divino.

Y antes del claro luminoso,
¡una orquesta en el jardín!
estrépitos cantares de las aves…
ellas dicen que allá va,
ellas cantan que allá viene,
la mujer cruzando va,
y en cubeta el nixtamal,
transformado ya, la masa tiene.

¡Hoy no perece esa mujer,
hoy se enviste y crece¡

Y acopiando con la mano un trozo,
una bola piel de masa;
suave tibia y amarilla,
aroma y cual sin igual sabor;
costras blancas en tus manos,
acuñando con amor sazón.

¡Ya chapea la chimenea!
¡ya el fogón se echó al ardor!
¡ya se funden los maderos!
¡chispas brincan con rigor!
y entre el alba y la humareda
¡tuesto y listo está el fogón!
calinosas brazas queman,
antes de salir el sol.

El comal ¡ya listo está!

Suaves manos,
lastimadas de trabajo,
amasan sin fatiga,
y entre el sudor y el cansancio,
¡Ya está lista la tortilla!

Ya está lista la tortilla,
quebradiza tostada entre el ardor,
sabor humeante y palpitante,
entre las manos de mi abuela,
jadeando prisas,
Y trastocándole el corazón.
Apelmazado a mano,
el chile atezado está,
cual tomate ahumado,
listo al molcajete irán,
y entre el pedernal
y cristales salazón,
al surco de una tortilla
el sancocho gustará…

Ya entró el varón,
ya irá al jornal,
ya llegan los hijos,
el cielo azul se hará…
Mujer de la casa,
de letras y de la sociedad,
mujer que das vida,
que crías sin censura
y lastimada muchas veces vas…

¡No claudiques!
Enséñanos hoy, a saber mirar…

Por el grato recuerdo que mi abuela Ángela. Ella dejó en mí como mujer de familia, de trabajo y de grandes esfuerzos, por el afán de culminar lo emprendido y por la fe heredada.

Historia Anterior

Afroguanajuatenses Emilio Adolfo López Chagoyán

Siguiente Historia

NEBLINA Por Esperanza García Durán