Adiós Stan por Esteban Govea

Me informan que hoy murió el legendario Stan Lee, creador de Spider-Man, Daredevil, Los 4 Fantásticos, los Vengadores, los X-Men y decenas de personajes más, muchos de ellos clásicos de la cultura popular contemporánea. 
Su nombre es institución en el medio de los cómics. Su muerte, que para muchos pasará como algo intrascendente, marca el final de la existencia física de este hombre, cuya obra definió mi vida. 
Mi primer acercamiento al mundo de las letras no fue la poesía de Paz ni los clásicos universales, sino los modestos cómics del Hombre Araña publicados por editorial Vid, de los cuales me enteré siendo ya un admirador de la serie animada del mismo personaje. 
Comprar esos cómics quincenalmente era para mí lo más cercano a una religión. Cada dos semanas me era dado leer las aventuras de mi héroe, y gracias a eso llegué a comprender conceptos éticos abstractos, como que el poder debe ejercerse con responsabilidad. 
El Hombre Araña fue importante como modelo a seguir, y además me abrió la puerta a otros personajes, de Stan Lee o de otros autores. Con el tiempo leí a Alan Moore, a Neil Gaiman, a Ennis, Morrison y muchos otros escritores que me inspiraron, porque me mostraron que no tenía que renunciar a la imaginación, al juego, que era posible hacer una carrera a partir de no tomarse las cosas demasiado en serio. 
Luego de poco tiempo, se me ocurrió escribir mis propias historias, mis propios personajes. Suena ridículo, pero en el principio toda acción, grande o pequeña, es una ocurrencia. 
Ahora soy un escritor, inédito, sí. No he podido hacer una carrera de mis historias, pero sí he logrado vivir sin traicionarme. 
Stan Lee muere a los 95 años, y la pena me compele a escribir aunque sea un poco sobre este hombre que, de manera indirecta, me dio tanto.

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