A veces pienso en el día de mi muerte.
A veces pienso… si después de mi muerte alguien me recordará.
¡Tengo temor de ser olvidada!
No tengo miedo enfrentarme a la muerte.
¿Acaso alguien me llevará en su memoria?
¿Acaso alguien se acordará de todas mis obras que hice aquí en la tierra?
¿Me recordarán, triste, llorando o sonriendo? ¿Me recordarán cuando cantaba salmodias a mi Creador con tanta pasión?
¿Acaso alguien me recordará? ¿Cómo pintora y poetisa?
Se preguntarán:
¿Quién fue esa varona? ¿Cuál era su nombre?
¿Con cuanta pasión escribía cada verso?
Si llego escribir tantos versos de amor… ¡¿Con cuánta ferocidad amó?!
¡Oh, a veces pienso en el día de mi muerte!
Quizá… quizá humanamente y sinceramente…
¡Tengo temor de ser olvidada!
Una cosa demando en mi funeral, ¡que haya gozo, cánticos y glorifiquen al Creador!
"Porque es mejor el día de la muerte que el día del nacimiento.
Porque es mejor ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá es su corazón"
Porque, en la casa del luto hay reflexión, y se valora la vida.
¡No quiero que lloren mi partida! Porque siendo peregrina en este mundo me espera una vida sempiterna.
Deseo que se vista de carmín ese lugar para mí, con muchas rosas rojas y fragantes.
Que declamen mi prosa, que con cuanta pasión y amor escribía…
Que haya gozo… ¡qué todos se gocen!
A veces pienso en el día de mi muerte, no tengo miedo enfrentarme a ella.
¡Tengo temor de ser olvidada!