Oficios extintos por Fernando Ramírez Bertoglio

Hace no mucho, durante un rato de ocio en el baño, recordaba una vivencia de mi infancia. Teniendo once o doce años solía leer algunas secciones de la revista selecciones, la cual llegaba religiosamente a la casa de mis padres cada mes. Mi agrado se declinaba a admirar y recortar las páginas publicitarias, siendo mis favoritas las que anunciaban el lanzamiento del juego Donkey Kong country para súper nintendo y otras más que exponían las ventajas de la Betacam digital sobre la Betacam SP.

Entretenido en estos trabajos, hallé el sitio donde se guardaban las revistas viejas, abriéndome un abanico de posibilidades para ensanchar mi colección de recortes. Fue ahí donde recuerdo haber encontrado el anuncio que, muchos años después, sería la inspiración para el presente escrito. La publicidad en cuestión invitaba al público lector a estudiar, vía correo postal, la carrera del futuro: Técnico perforista de datos.

A medida que la sociedad avanza y la tecnología progresa en vertiginoso desarrollo, muchos trabajos, ocupaciones y labores que, años atrás, se consideraban necesarias, han desaparecido o se vieron forzadas a ajustarse al modo de vida del mundo moderno. La presente serie constituye un recuento, más o menos general, de trabajos y oficios desaparecidos o en vías de extinción.

– Perforista de datos.

 

Citado líneas más arriba, este trabajo consistía en utilizar, manipular y almacenar tarjetas perforadas. ¿Qué son las tarjetas perforadas? o más bien dicho ¿Qué eran las tarjetas perforadas? Fácil: un trozo rectangular de cartón cuyas dimensiones no excedían, por lo regular, los 15 por 10 cm. utilizadas como medios de introducción de comandos informáticos y almacenaje de información.

¿Cómo pudo ser esto posible? Bien, antes de que cosas como las redes sociales, programas de edición fotográfica o consolas de videojuegos de 8 bits vinieran al mundo, el método de almacenamiento y procesamiento de datos con tarjetas perforadas era la piedra angular para el desarrollo de la computación hacia la década de los 50 del siglo pasado.

Las unidades de lectura poseían la capacidad de detectar la presencia o ausencia de ranuras en cada tarjeta que se les introducía, lo cual equivalía a un comando específico ingresado a la computadora. Su utilización fue importante en la industria textil para programar y controlar el desempeño de los telares; pero, gracias a IBM, su máximo potencial se desarrolló en el ámbito de la informática empresarial.

No obstante su enorme versatilidad, el avance tecnológico comenzó a restar adeptos al sistema en cuestión, reemplazando las tarjetas por cintas magnéticas hacia la década de los 60. Para los años 70 del siglo XX, la introducción del disco magnético como unidad de almacenamiento informático, marcó el fin de las tarjetas perforadas. Con ello, todas las personas que fueron seducidas por la “carrera del futuro”, se quedaron en el pasado.

En la próxima entrega de esta serie, expondré uno de los oficios nocturnos más notables de la historia y que ha desaparecido casi en su totalidad: el sereno.

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