La cuarta transformación ha llegado y se ha consolidado como un asunto absolutamente mediático, el simbolismo será parte fundamental de todo lo que vamos a vivir alrededor del próximo sexenio. Es cierto cuando añoramos el bien el presidente por el bien de México, creo que a pesar de que muchos no estemos de acuerdo con lo que sucede en el ámbito político, se sobrepone un bien mayor y ese tiene que ver con nuestro país.
AMLO comenzó su sexenio regresando el tiempo y presumiendo su carro completo, no visto en los últimos 18 años, aplaudido, ovacionado y hasta, porque no decirlo, “iluminado” como lo señalo el múltiple político Porfirio Muñoz Ledo. Ante su crítica al supuesto “neoliberalismo” expresión con connotaciones más ofensivas que un modelo económico como tal.
El neoliberalismo surge en los noventas, heredado de la “tecnocracia” corriente de gobierno ochentera que a partir del sexenio de Miguel de la Madrid un grupo de políticos jóvenes comenzaron a aplicar lo aprendido en escuelas de liberalismo económico norteamericanas. El más destacado de ellos fue Carlos Salinas de Gortari del cual heredamos el Tratado de Libre Comercio, programas sociales y lo más crítico del asunto, la privatización de empresas paraestatales que en ese momento simbolizaban un alto costo a las políticas públicas.
Con la privatización hubo más dinero para que se le destinara un significativo porcentaje del presupuesto público a los más necesitados, con la apertura del mercado con el TLCAN, en México obtuvimos la promesa, como en los 70s con “prepárense para administrar la abundancia”, de convertirnos en primer mundo. Ante el cambio de gobierno y un anuncio precoz y anticipado de devaluar la moneda desato una larga y costosa crisis la cual la conocimos como “el error de diciembre”. En este sexenio tenemos el rescate bancario más costoso y opaco, y se convirtió deuda privada en publica con la intensión salvaguardar el sistema financiero mexicano.
Llegaron los sexenios de la alternación, con ello la llamada época de “cambios” y a los priistas les ser la oposición más férrea y con pocas esperanzas de recuperar la primera silla del poder. Ante esto los gobiernos de la alternancia mantuvieron un equilibrio macroeconómico y en conjunto con el Banco de México se mantuvo un poder adquisitivo con poco crecimiento en el PIB.
En el 2008 estallo en el mundo una crisis financiera que afecta a mayor medida a Estados Unidos. Para ello se idearon programas “anti cíclicos” para detener la afectación de la crisis en nuestro país, el precio del petróleo, las grandes subastas de las reservas internacionales y el flujo de inversiones internacionales puesta a países en vías de desarrollo dieron un respiro a mantener a flote el gobierno.
No podemos olvidar el sexenio de Peña Nieto donde se identificó por el común denominador la corrupción y la impunidad, muchos fueron los eventos desafortunados heredados por el presidente menos querido por la sociedad. Pese al costo político y bajo la negociación política impulsaron reformas constitucionales que se prometían efectos inmediatos, no fue así con todas.
A la llegada de AMLO no extraña su aversión a los economistas, pues supone que son ellos los que han provocado el declive social, económico, corrupción y hasta me atrevería a pensar los iniciadores de los altos índices en la inseguridad. El señor presidente en su discurso en congreso hablo de los grandes resultados que, en la historia moderna de México, nos puede traer un Secretario de Hacienda no economista. En cierto sentido los economistas “neoliberales” son el villano favorito de la cuarta transformación, no es para menos resumiendo el daño que le han ocasionado al país y próximamente el mal se va extender a niveles mundiales y estratosféricos.
AMLO cree que se vive en la era donde las palancas del crecimiento, inflacionarias o de impresión de dinero se manejaban por personas. También seguro cree que la ciencia económica es una ciencia exacta y a priori los economistas visualizan el desastroso resultado. Seguro también comenta que la estabilidad económica es una cosa de niños y las repercusiones a sus gobiernos le harán lo que viento a Juárez. Piensa que el poder económico o de mercado se destina a las grandes y acaparadoras empresas.
La maquinaria gubernamental va resucitar términos como “Desarrollo Estabilizador” para justificar la intervención del benevolente estado en los medios de producción, sin mencionar antes “Primero los Pobres”.