Tuve una teopatía (todo sueño lo es). Soñé con un himno religioso perfectamente escrito en endecasílabos y lleno de juegos de sonido. En el sueño yo estaba entre un grupo de gente humilde, donde había principalmente niños y este himno tenía entre ellos como una intensión didáctica. Yo lo leí varias veces y lo escuché recitar a coro. Recuerdo que el himno era breve y estaba compuesto de unos dos cuartetos de rima abrazada y con rimas internas simétricas. Era, pues, muy fácil de recordar y estaba como lleno de connotaciones religiosas. Recuerdo que el sueño se empezó a quebrar cuando yo me di cuenta de la belleza estructural del poema, sencillo, pero de una construcción armónica e inteligente y de que, a pesar de saber ya que lo estaba soñando, no recordaba su autor ni lo había compuesto yo. Fue entonces cuando empecé a despertar y una fuerza muy grande y alegre dentro de mí me hizo pararme para escribirlo. Yo prendí la computadora con prisa y comencé a teclearlo pues tenía su música muy reciente en mi oído y memoria. Pero, conforme estaba cada vez más despierto, el himno se iba borrando de mi mente y sólo acerté a transcribir esta cuarteta. Ahora no sé si es la inicial o la final; pero me parece que en sí misma tiene un sentido completo. Tan sólo le agregué los signos de puntuación que no acertaba a recordar pero que su misma música supone. Luego volví a verme invadido por el sueño. Cuando volví a despertar, reparé mejor en la cuarteta y la medí incrédulo. Cada verso tiene exactamente once sílabas poéticas y yo jamás he escrito bajo esa preceptiva, y no sé si de verdad pueda hacerlo. Busqué la cuarteta en internet y en mis libros de poesía barroca y no hallé absolutamente nada relacionado con ella. Pero había algo que no me cuadraba mucho: la imagen de los cordones; se me hacía poética y bella, pero no le encontraba suficiente relación con el contexto, y sólo la veía como un elemento decorativo. Pero luego, investigué acerca de los sentidos herméticos de esa imagen y encuentro que es un símbolo místico de la unión espiritual y los lazos de amor de los hombres entre sí y con Dios. Es todo. Le puse el título de “Cuarteta revelada en un sueño”.
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Con canciones, cordones y corderos
–pendones de la eterna llamarada:
así en los corazones con cencerros,
haremos resurgir nuestra alborada.