La música cósmica, joya de la literatura independiente por Alan Pacheco

El pasado fin de semana fue publicada en Amazon.mx La Música Cósmica, novela corta del escritor emergente Esteban Govea.

            La Música Cósmica está escrita a modo de una suerte de reportaje biográfico sobre el genial compositor veracruzano Lauro Cifuentes. Del reportero narrador no sabemos nada en realidad, salvo que está siguiendo los pasos biográficos de Lauro Cifuentes con ocasión de una entrevista. Pero el trabajo del narrador reportero da frutos magníficos, pues nos presenta la historia de Cifuentes desde que era un niño proveniente de una familia totonaca en el pequeño pueblo de Úrsulo Galván, a principios de la década de la década de 1940.

            El pequeño Lauro muestra comportamientos extraños que lo aíslan de su familia y su comunidad, pero lo dotan de una gran facilidad musical. En nuestros tiempos un niño como Lauro probablemente sería diagnosticado de algún trastorno del espectro autista, pero en la década de los cuarenta y siguientes, Cifuentes sólo podía ser considerado como un tipo peculiar o, incluso, como alguien que padece de limitaciones cognitivas, de no ser porque el dominio musical de Lauro desmentiría el diagnóstico.

Esto último es lo que llama la atención de un laudero local, quien enseña a Lauro a hacer y manufacturar instrumentos. Con el tiempo, el talento de Lauro Cifuentes lo llevará más lejos, pero es justamente cuanto más se acentúa su impresionante facilidad musical, que más notoria se vuelve su condición de extraño entre la sociedad.

Y es que Lauro Cifuentes sólo piensa en música. La música parece ser, literalmente, el lenguaje en el que opera su cerebro. Con el tiempo y las pérdidas de la vida, la condición de Cifuentes se volverá tan extrema, que todos en torno suyo pensarán que ha enloquecido, convencido como está de ser capaz de operar cambios en la realidad utilizando la música. Es así como algunas de las escenas más memorables y conmovedoras de la novela ocurren, con la silueta de Lauro Cifuentes, frente a su ventana, orquestando una tormenta.

Otro aspecto atractivo es su estructura, que tiene mucho de epistolar. Entre entrevistas, entradas de periódicos y diarios, esta novela hace un buen trabajo reproduciendo las voces de los implicados, y nos permite ir desentrañando la historia de Lauro Cifuentes a partir de la gente que vivió en torno suyo.

En definitiva, esta pequeña novela, aunque de modesta extensión, tiene unos alcances narrativos y psicológicos que la equiparan a relatos similares, como El perseguidor de Julio Cortázar. Se trata de una opción muy recomendable para quienes gusten de la literatura realista con un giro interesante: por ejemplo, la “locura” casi quijotesca de Cifuentes.

Sobre el autor no hay mucho que decir, salvo que tiene un par de obras más en Amazon. Ambas, dicho sea de paso, son lo bastante buenas para merecer una publicación impresa en forma, y no deja de ser una pena el que los escaparates de novedades de nuestras eximias librerías estén abarrotados de libros de los mismos nombres, ya manidos, de la narrativa nacional.

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