LAS CASAS DE CULTURA Y LO CULTURAL por Carlos de la Mora

Mi casa es una casa de cultura.

La  habitamos tres mujeres y yo. 
Mis dos hijas de seis y siete años
respectivamente y mi compañera.

En casa, diariamente se canta, se baila, se juega, se ríe.
Seguido hacemos teatro, inventamos danzas. Construimos objetos diversos con papel, cartón, barro, plastilina, madera; piedrecillas que se transforman en colguijes, juguetes, adornos, instalaciones, máscaras. 

Botes latas o botellas, por la magia de las manos de esas niñas, de ser objetos de desecho, se trasmutan en objetos útiles. 

Hoy, cantamos las canciones que ayer le inventamos al viento, a la lluvia, al sol, a la tristeza, al amor. Canciones extraordinarias que nunca repiten totalmente ni la letra ni la tonada, pero siguen siendo la misma canción.

A veces leemos pasajes emocionantes de algunas novelas escritas por personajes célebres; escribimos cuentos o improvisamos. 

Cocinamos nuestros poemas y los compartimos tranquilamente a la hora de la merienda, con pan y chocolate.

No faltan los juegos de trabalenguas, adivinanzas, gato, loterías, coyote y gallinas, serpientes y escaleras.

Pintamos al óleo, acuarelas, carbón… terracotas. Todos los espacios son buenos lienzos para soñar en ellos: paredes, papel reciclado, los pisos, algunos muebles… También, cualquier objeto, hasta nuestros cuerpos, se transforman con facilidad y felicidad en instrumentos musicales.

De vez en cuando nos tomamos fotos y videos, nos pintarrajeamos las caras, brazos y piernas y organizamos fiestas con cualquier pretexto.

Preparamos ensaladas, aguas frescas y cocinamos alimentos sabrosos de la tierra, del aire, del agua. Fabricamos composta con los desechos orgánicos y cultivamos jitomates, pepinos, lechugas, chiles y otras hortalizas, en macetas y cajones que acomodamos junto a las flores, las plantas medicinales, los helechos y las cactáceas.

No cabe duda, nuestra casa es una auténtica casa de cultura.

Pero hoy, no vengo a hablarles de mis hijas, ni de mi casa. Las casas de cultura de las que hoy hablaremos no son espacios domésticos, por más que en muchos de ellos, como en mi casa, afortunadamente todavía a diario, se ejerza el arte con pasión, se disfrute y provoque el ejercicio libre y lúdico de la capacidad creativa, la comunicación interpersonal, la invención de mundos inéditos y de nuevos lenguajes que los expresen y nos signifiquen de manera más plena y placentera.

Más, como digo, en esta  ocasión,  el tema son otras casas de cultura. Las casas pensadas y organizadas desde las instancias institucionales a todo lo largo y acho del país, como espacios y programas  para el aprendizaje, ejercicio y disfrute del arte. Habilitadas para incidir en el desarrollo cultural de grupos sociales y comunidades  pluriétnicos, biodiversos.

Para quienes trabajamos en el ámbito de la gestión y la promoción  de lo cultural es evidente en esta coyuntura  la necesidad de dar un salto cualitativo que rompa la inercia e improvisación en la que se han visto inmersas muchas de las instancias municipales promotoras del desarrollo cultural y de la educación y difusión artística, llamadas Casas de Cultura.

Sin embargo, al pretender abordar desde una visión crítica el ser y el desarrollo histórico de las casas de cultura en el país, con miras a  formular algunas propuestas encaminadas a superar la problemática que actualmente enfrentan,
nos topamos con una primera limitación. Imposible evaluar. Imposible generalizar, lo que no se ha sistematizado.

Para poder hacer propuestas consistentes y coherentes, es sin duda indispensable tomar como punto de partida, además de los referentes Institucionales de dichas casas  (la misión , la visión utópica expresada en objetivos  viables y significativos, las premisas políticas y filosóficas y las estrategias particulares que las definen), los diagnósticos concretos que permitan una caracterización precisa de las condiciones del ámbito  donde se incide y del sujeto con y para quien se trabaja.

Ahora bien, tal caracterización no estaría completa si no se toma en cuenta la experiencia. Solamente que para poder tener (como instancia de dirección y coordinación a todos los niveles) una conciencia común de la experiencia histórica, se requiere necesariamente pasar por un proceso de sistematización e intercambio entre quienes la han protagonizado. 

Por todo esto  creo y propongo como UNA PRIMERA HIPÓTESIS encaminada a diagnosticar y abordar la condición general de las casas de cultura en el país  :
La carencia de sistematicidad, de continuidad, de visión holística y a largo plazo, en la mayoría de las casas de cultura municipales.

UNA SEGUNDA HIPÓTESIS se refiere al personal:
Equipos débiles, poco integrados. Con grandes y graves desniveles profesionales, mucha improvisación. Sobrecarga de trabajo… burocratización. Poco trabajo en equipo. Ausencia de dirección colectiva.

UNA TERCERA HIPÓTESIS se refiere al método o estrategia general que define la manera fundamental de organizar y aplicar los recursos y las acciones en la perspectiva del logro de sus objetivos, que nos permite distinguir dos grandes líneas:

 1.- Las de aquellas casas que privilegian la educación y la difusión artística de tal manera que casi no realizan acciones de carácter sociocultural.
Se prioriza el arte como fin en sí mismo y se manejan contenidos de temáticas desvinculadas del contexto, poco significativas y frecuentemente con un bajo nivel técnico. 
Y aún aquí, se está más preocupados por las cuestiones artísticas que por un verdadero desarrollo de las capacidades estéticas de los sujetos con quienes se trabaja .
En esta vertiente el falso reto que a sí mismas se proponen es hacer mejor lo que todo el tiempo han venido haciendo.

2.- La segunda vertinte es la de aquellas casas que ponen en el centro la Promoción del Desarrollo Cultural y la Difusión, a la vez que manejan, con un perfil muy bajo, la  educación artística. 

Privilegian dentro de su estrategia  los eventos y contenidos vinculados a las acciones de difusión, al espectáculo, a la fiesta, la preservación del patrimonio (monumentos, tradiciones, costumbres) En ocasiones también la memoria histórica y el arte popular.

Hay que reconocer que las Instancias Estatales  de Cultura cuentan con una muy amplia y reconocida trayectoria en el ámbito de la difusión y educación  artística, llevadas a efecto a través principalmente de las casas de cultura municipales y que, de alguna manera,  esa experiencia ha sido consignada  y registrada en memorias, informes, estudios, diagnósticos, documentos de todo tipo y registros computarizados, que constituyen sin duda un acervo informativo valioso.

Sin embargo hay que apuntar también que toda esa vasta información no puede ser aprovechada con la eficiencia y eficacia que para la toma de decisiones y la ejecución de proyectos y lineamientos  generales se requiere; en tanto que los criterios y referentes de sistematización no han sido unívocos, no se corresponden a un solo Sistema General  de Informática, diseñado para tal efecto, ni fueron  en su momento contemplados como parte de una estrategia de planeación holística y sistémica.

De tal manera que la información de la que se dispone,  con ser mucha, no está actualizada, ni se cuenta con un mecanismo de actualización permanente. No está unificada en una base de datos general diseñada para retroalimentar el proceso de proyección de la educación artística o promoción de lo cultural, ni el  seguimiento, registro y control de los programas y proyectos en ejecución; lo que la hace de difícil manejo y poco útil para la toma rápida y conjunta de decisiones.

Se requiere, a mi ver, combinar las dos estrategias y verlas como complementarias y concurrentes. Hace falta reconceptualizar el sentido y el significado actual de las Casas de Cultura, en el ámbito de lo cultural: Es decir de su manera de estar y de insertarse en los procesos de invención de las diversas culturas (comunidades), cuyo desarrollo y fortalecimiento son su razón de ser.

No se trata de seguir haciendo lo mismo de mejor manera. La única forma de crecer cualitativamente está en la posibilidad de introducir cambios estratégicos en las maneras de imaginar y plantear, acciones, contenidos pedagógicos y nuevas didácticas. Propiciar formas más audaces y personalizadas de convocatoria para la  formación  de públicos sí, pero ante todo  de sujetos sociales involucrados en los procesos de creación  y expresión artística, disfrute  y socialización del arte.

Desarrollar programas, intra o extra muros, de una formación artística tal que no se centre exclusivamente en el puro gusto estético, que no se endose al espectáculo como receta para la creación de públicos. Hace falta una formación artística que se centre en detonar el potencial profundo del creador, su capacidad de ejercer un arte crítico que aborde y se comprometa en la temática y la problemática de su propio contexto, que lo sostiene y lo alimenta.
Un arte que no sea concebido como simple reflejo de la realidad, sino como signo de transformación, medio de invención.

Hay mucho que aprender de las grandes obras del arte universal, como del arte local, pero no asumiendo miméticamente sus formas y contenidos, sino recreándolos, dándoles una lectura propia, actualizada, apropiada al contexto histórico en el que se inscriben. Hay que reconocerlas y aprender a ejercerlas con sentido, pasión y maestría técnica.

Hablo del arte como estrategia privilegiada del desarrollo de lo cultural, como herramienta eficaz para provocar la comunicación interpersonal, promover la integración y organización democrática y solidaria de los grupos sociales, potenciar su capacidad creativa, el reconocimiento y fortalecimiento de sus diversas identidades culturales.

Si  se revisan con detenimiento,  se podrá  apreciar que  ambas dos son premisas para dar un salto de calidad en el presente período y consolidar las Casas de Cultura a nivel de los municipios con una estrategia de promoción artística de fuerte impacto, de largo aliento y de gran significación en la construcción de las comunidades artísticas (desde luego) así como de aporte significativo en el fortalecimiento de las identidades de las culturas locales. 
Para fortalecer y actualizar los lazos de vinculación de las casas de cultura con los artistas,  con los promotores culturales, con los instructores y con la población objetivo en general.

Es indispensable fortalecer la capacidad de convocatoria  a la participación amplia, autogestiva, crítica, propositiva y sostenida de los diversos grupos sociales en las grandes y pequeñas tareas de creación, lectura y recreación del mundo, de los mundos que habitamos… Inventar nuevos enfoques, nuevas lecturas, nuevos lenguajes, espacios distintos. Nuevas formas de abordar y comprender los viejos problemas.

Comprender el llamado desarrollo cultural como una estrategia de invención, de recreación de la realidad, a partir del juego, de la acción colectiva, lúdica y solidaria para revertir el deterioro ecológico, económico, político: material y espiritual del tiempo-espacio que habitamos. Aprender, por ejemplo a sanar los ríos, a curar y proteger la tierra, la fauna. A limpiar los aires de gases nocivos, de ambiciones desmedidas, de violencia y de odios… Intentar una vez y mil más  aceptar las diferencias, reconocer los errores propios, abordar y resolver nuestros conflictos dialogando. Poner en el centro del desarrollo de nuestras culturas a la niñez. Confiar en ella, incentivar su protagonismo.

En torno a estas tareas y otras semejantes de seguro florecerán nuevos lenguajes y sentidos, nuevas expresiones artísticas y festivas: Seres y mundos más bellos, más plenos y más felices.

Prof. Carlos de la Mora  Covarrubias
2º. Encuentro de Directores de Casas de Cultura de la Zona Sur.
Tabasco 2007.

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