Un fantasma recorre el mundo: el fantasma de la MARIHUANA. El 2018 empezó con una California que se une a una lista cada vez más grande de estados gringos que legalizan la mota para su consumo recreativo. Esto quiere decir que en estos estados puedes ir a una tiendita de mota, comprar unos gramos de lo que se te ocurra, ir por una pizza y unas chelas y encerrarte todo el día a ver películas, fumar y comer. Todo esto legalmente.
Hace algunas semanas escuché al flamante y derechísimo Señor Gobernador de mi hermoso estado San Guanajuato decir, tajante y sin reparos, que no estaba de acuerdo con la legalización. Eso me puso a pensar, mientras me daba un toque, en por qué es tan difícil legalizar en México.
Primero quise saber por qué era ilegal en este hermoso país de pachecos, pero esta platica ya la he tenido varias veces, curiosamente casi siempre con una historia nueva. He escuchado que fue porque los gringos no querían a los inmigrantes y por eso fueron prohibiendo cosas: el opio por los chinos, el alcohol por los irlandeses y la mota por los mexas; también escuché que es una trampa de las farmacéuticas para poder vender más medicinas y hacerse asquerosamente ricas; otros dicen que es ilegal porque así el gobierno (que obviamente está detrás de todo lo que es malo) puede tomar el dinero sin tener que justificarlo y así los diputados se hacen asquerosamente ricos; y mi favorita: Hitler empezó el primer cártel de drogas en el país para mandar drogas a Estados Unidos y debilitar al ejército gringo con la lechuguita del Diablo. Una vez estaba viendo La Rosa de Guadalupe y se me ocurrió que Televisa está detrás de todos los cárteles y nos vende drogas para que súper tostados veamos su programación y la disfrutemos, pues si no es pacheco cómo chingados puedes aguantar esas pendejadas. Ante tantas teorías, y viviendo en un lugar en dónde una cortina de humo fue el temible Chupacabras, me costó mucho encontrar la respuesta, así que derrotado, mejor me preparé otro toque. Me cae que a quien se le ocurrió la idea de hacerla ilegal, un día estaba hasta el huevo de pedo y le pasaron un gallito, le dio la amarilla, sintió que se lo cargaba la chingada y pues no le gustó. Qué horrible sensación aquella de querer que te lleve la verga porque todo te da vueltas y no dejas de vomitar. Hasta que te juntas con lobos, aprendes a fumar, y te das cuenta que eso pasa porque siempre hay que fumar antes de beber y no después. Aclaro que esta regla con el tiempo uno se la termina pasando por los huevos porque aprende a viajar.
El negro de Lilo y Stich dice que la información es poder. La hierba tiene tan poquito poder, que la gente cree que si te pones pacheco ves colores y unicornios. A mí me gustaría saber qué clase de weed se fumó el wey al que se le ocurrió esa mamada. Porque es muy lejos de la verdad verdadera, de la historia detrás del mito de la plantita sagrada. Quien se da un toque por primera vez, en el ambiente correcto y con la gente correcta, se da cuenta que no es para tanto.
Los caminos de la hierba no son lo que yo pensaba. Primero sientes hormigas por todo el cuerpo, después unas inevitables ganas de reír ante cualquier estupidez que se te ocurre, pierdes el sentido del tiempo y dos minutos se vuelven dos horas, tu mundo se vuelve extrañamente lento. Sientes que tu mente es más sensible y se te ocurren muchas cosas. Al tiempo te da mucha hambre y todo lo que comes es el bocado más delicioso que has probado en tu vida, después te da sueño y te duermes. Fin. Ya. Ahí está. Eso es un viaje normal, una sesión de cannabis si hay que ponerle un nombre mamalón.
La María tiene una triste fama, cómo Magdalena verde, es culpable de terribles faltas a la moral. De asaltar porque de seguro va todo pacheco, de robar las joyas de la abuela porque el bajó es terrible y luego luego quieres más, de matar porque cuando estás pacheco no sabes lo que haces y terminas clavándole las tijeras a tus padres mientras duermen. Nunca he escuchado que a alguien que sólo fume mota le pasen estas cosas, y si nos fijamos bien en las historias, generalmente hay muchos otros factores y drogas muy duras.
Tengo una fe tremenda en la legalización, porque cada vez encuentro más marihuanos. La hierba une a la gente, es más que sólo hacerte un toque y quedarte en tu casa, es comunitaria. He tenido pláticas geniales con gente de todo tipo porque en las fiestas me gusta estar en la esquina pacheca. Cada día que pasa el mito de la marihuana se va desvaneciendo, creo que lo estamos logrando. Un amigo me decía, mientras nos dábamos un toque, que él cree que faltan por lo menos diez años para verla legal en México. Yo me siento optimista, y aunque mi gober precioso diga que ni madres, lo veo cerca. Es un debate que debemos empezar. No soy un delincuente porque me guste meterme a bañar todo pacheco, o antes de dormir fumarme un porrito, tampoco le hago daño a nadie si me junto con mis amigos a fumar, ver La Rosa de Guadalupe y comer alitas.
El verdadero oro verde es la marihuana, escuché una vez. Es cierto, mientras aquí seguimos tachándola cómo la artífice de la maldad y decadencia del país, en Colorado se llenan las arcas por los impuestos a la mota, se están creando más empleos por la hierba que en cualquier otro sector. Pero aquí, en la tierra en dónde la Virgen nos habla, los políticos con polvos en la nariz, las viejitas de rosario en mano, y la policía de la moral, nos siguen prohibiendo poder fumar. No nos queda más que unirnos, amigos pachecos, y seguir fumando. Tumbar los mitos y defender no nuestro derecho, porque no sé si fumar mota puede ser considerado un derecho, pero si defender nuestro gusto por la María. Marihuanos de todos los países ¡Uníos!