Varios futbolistas del Club América se burlan de la llamada pacífica de las mujeres contra la violencia. Sus seguidores, e incluso sus detractores, los defienden.
Cristiano Ronaldo es acusado de violar a varias mujeres. También Neymar, Robinho, Robin van Persie, Jonathan Fabbro, Theo Hernández, Ched Evans, Loic Remy, Brandao, Mancini y muchos otros. La mayoría han sido exculpados «por falta de pruebas» o por acuerdos extrajudiciales, algunos de hasta 375,000 dólares, como en el caso de Cristiano Ronaldo.
En México, Jesús “Cabrito” Arellano, exjugador de la selección y del Club Rayados, fue detenido en mayo como presunto responsable de violar a una sobrina de 16 años. Estuvo prófugo varios meses. Aún no ha sido juzgado.
Dos futbolistas españoles están siendo procesados por grabar y subir a internet el video sexual de una joven sin su consentimiento. Al final del video, la chica, al darse cuenta de que está siendo grabada, dice claramente las palabras «No, eso no».
Los asistentes a los partidos en México siguen gritando «¡puto!» a pesar de los argumentos, las sanciones y las historias detrás de esa expresión.
En Italia, en Alemania, en Bélgica, en Holanda, en Bulgaria hay investigaciones abiertas por incidentes racistas y violentos en partidos de futbol. La UEFA ha impuesto sanciones de decenas de miles de euros. Los incidentes siguen ocurriendo.
Los fanáticos causan destrozos, golpean gente, incendian propiedad pública y privada. En agosto, tres muertos y decenas de heridos en un partido en Honduras. Hace dos días, batalla campal en un partido en Santa Fe, Argentina. En Brasil, a los hinchas con historial de violencia les fue prohibida la entrada a los partidos de la Copa América.
Hace apenas unos días, 50 personas heridas, muchas de gravedad, en el partido de Gallos Blancos contra San Luis. Diez de ellos eran policías. Los únicos dos hombres detenidos ya están en libertad. Una patrulla y un auto particular, además, resultaron en pérdida total.
Buscar todos estos incidentes en Google me llevó 15 minutos. Como estos, cientos de sucesos violentos.
¿Hasta cuándo van a dejar los hombres de mirar los hechos?
¿Hasta cuándo van a culpar a las mujeres de violentas, de irracionales, de barbáricas, por protestar con legitimidad, mientras ustedes llevan a cabo actos infinitamente peores en el marco de un evento deportivo?
¿Hasta cuándo vamos a seguir sufriendo todos por la falta de voluntad de tantos y tantos de ver la realidad?
¿Cuándo podrán ver con objetividad que no tiene nada de malo ser hombre, pero que ser hombre no es a huevo ser violento, prepotente, misógino u homofóbico? ¿Que ellos mismos serían más felices si rompieran con ese patrón? ¿Que el feminismo no está contra ellos, sino contra esas actitudes que les afectan y que podrían fácilmente identificar, trabajar y erradicar?
El problema no es el futbol, el problema es la masculinidad violenta, intolerante, privilegiada. Y si tú no estás dispuesto a ponerla en duda y a trabajar en ella, el problema eres tú.
Juan Carlos Franco es escritor, director de escena, traductor y periodista. Licenciado en Filosofía por la UNAM. Su último libro es Laberinto deseo naufragio (Fondo Editorial de Querétaro, 2018). https://twitter.com/juandearcadia