Mira que vengo
Mira que vengo desde la montaña
y no recuerdo lo aprendido
soy un trotamundos
a cada paso invento el camino
Mira que vengo desde las nubes
mi andar se volvió discreto
la manipulación de mi forma
me ha atormentado desde la niebla
Mira que vengo del mar
lleno de sal y algas
era un pez cuántico
pescado de tanto nadar
Mira que vengo de un lago
me transporté desde el manantial
en la montaña, me vine en una nube
descendí entre tantas gotas que casi me ahogaba
Mira que vengo desde el llanto
pero vivo para dibujarte risas discretas
y te veo tan resplandeciente
que ni siquiera me atrevo a pronunciar tu nombre
Mira que vengo del fuego
tan ardiente, que
aun así, vivía oculto entre sacrificios
de culturas ancestrales
Mira que vengo solo por ti
tú que ofrecías la otra mejilla,
y sin importar tu posición
te adoré como deidad
Mira que vengo desde el exilio
tuve que soportar nieve
flores levantadas, secas por tanto frio
no observé ningún nicho
Mira que vengo desde las oraciones
de un Buda misantrópico
que no quiere rendirse
¿pero dónde encontrará esperanza?
En la marea
Dile que los suspiros del mar
humedecen las únicas palabras
por las que vale vivir…
Alejandra Pizarnik
Vislumbro entre humaredas
vestigios de amor
rugen las cañerías de mi cuerpo
santuario del eco con tu nombre
y el reproche fabulario
con tu voz trémula
sin sentido y atemporal
que mis sentidos embotan
cual olas en un mar
de esqueletos fosforescentes
con mandíbulas que atrapan mis suspiros
Descubriendo barcos en el litoral
mis pesadillas ancladas al muelle
rememorando visiones nocturnas:
muslos tensos que se quiebran
a la marea tierna de tus jugos
en cascadas de idilios pensamientos
que en mi pecho dispuesto explotan
Tus corales ya no duelen
prístinos azules mi vida
que en una hamaca de cristal
reflejan su inocencia
honrando al vapor
que desprende mi velo
al secar tu sudor
después de amarnos sin reproche.
Asilo
Me siento escamoso
pero no soy
verde
ni violeta
ni azul profundo.
Profundas las escamas
que no son coraza
y cansan
y muerden
y lloran
Pero no muevo los parpados.
Se mueve mi lengua
se desquita,
el bicho gime
y se escucha el balbuceo
cuando desciende por mi
garganta bifurcada
Me adhiero a cualquier superficie
ya sean pezones
corazones o
pulmones.
Sensaciones que erizan
la carne y limitan la cordura
puedo sentir las
respiraciones de narices
abotargadas,
suspiros que se detectan lejanos
La distancia es pretexto
la piel es pretexto
que sí no muda
que sí no raspa las mejillas
que sí la suavidad está ausente
¡Ay escamas!
en vez de dar asilo
lastiman / duelen
y no soy verde
ni violeta
o azul profundo.
Disuelto en tu voz
De tu boca van naciendo los días
que de vaho construyen mis ganas
hechas de anchas heridas,
cuelgan los amores
en que desgastan las luciérnagas sus fulgores
¡Ay de ti! colérica en su tumba
la noche se apiade de mi incertidumbre
en la que cobijo oblicuos temores
donde la flama se transformó en cenizas
Ahora el respirar pausado
afecta al eco de mi voz
que creía disuelto en el murmullo de tus abrazos,
ahora soy el espacio que hay entre tu pecho
la guarida de todos mis anhelos
A tan corta edad y sufriendo
los delirios de la muerte pronta
por no saber cómo continuar la historia
¿quién de los dos pensó durar tanto,
si ya se han vaciado las copas?
Hemos de besarnos al ritmo del caracol
o explícame como se llena este abismo
en el que ya han recogido todas las flores
y quedo yermo de tanta salvajada
A la vida hay que hacerla pedazos
dejar pequeños trozos de uno
ya sea en la orilla de una taza
o una estela de corazones rotos.
Ulises Sauri (Nayarit, 1993) Reside en Puerto Vallarta. Técnico en Tecnologías de la Información. ganador del concurso Letras Saladas 2017. Colaborador de la revista Piensa libre. Próximamente publicará su primer libro: Yo también se olvidar.