Hoy desperté escuchando a The Beatles. Cuando abrí los ojos, la voz de John Lennon al ritmo de Something me hizo creer que podía estar para siempre en aquella habitación vacía. Me senté en la cama y vi que se trataba de un viejo tornamesa, justo encima de él había un cuadro de A Night at the Opera y a su lado una ventana por la que entraba la luz del sol. Busqué mi ropa, mis jeans estaban en el suelo junto a mis botas y un brasier, mi camisa estaba en la cama. Después de vestirme revisé el departamento, en el librero donde se encontraba una colección de vinilos había una nota escrita a mano:
- Tengo que trabajar temprano, anoche la pasé muy bien. Regreso a las 8 del trabajo, si quieres podemos vernos después…
Hay un poco de café en la cafetera.
- C. M.
Mis recuerdos de la noche anterior eran confusos. Estaba tocando en un bar y una chica se me acercó, luego canté para ella y… nada. Recordaba las luces de los edificios como manchas fugaces por la velocidad a la que viajaba, un árbol y luego a mí mismo llorando frente a él. La sonrisa de la chica, su olor peculiar que también alcanzaba a distinguir en mi ropa, besarla y… nada. No recordaba su nombre, ni su aspecto más allá de sus labios, pero estaba seguro de no haber bebido lo suficiente como para tener un lapsus mental.
Escribí mi número de teléfono sobre la nota y me serví un poco de café. En verdad era reconfortante beberlo, luego vi que junto a la cama estaba mi guitarra, ahora sonaba Come Together. Ya antes había escuchado que la música suena mejor en vinilo y al parecer ella debía de pensar exactamente eso, pues su colección iba desde The Beatles, Queen, The Smiths, The Doors y Pink Floyd, hasta Queens of the Stoneage, Cigarretes after sex y Vacancy. Me estaba divirtiendo cambiando de uno a otro hasta que encontré uno de Miles Davis. Recordé que la noche anterior había tocado Kind of blue e instintivamente busqué mi saxofón; no lo encontré en ningún sitio. Pensé que tal vez lo había dejado en mi apartamento, así que terminé mi café, tomé mi guitarra y me marché.
Mi motocicleta estaba en el estacionamiento del edificio; era vieja, pero me gustaba su estilo Harley Davidson, me hacía sentir como un joven Jack Kerouac sobre su Cadillac cuando me subía a ella. Recorrí un par de calles en línea recta y luego di vuelta a la derecha; siempre que viajaba en motocicleta, me parecía que las personas se volvían insípidas, que no importaban, que podía dejarlas atrás apenas me daba cuenta de su existencia. Pasé frente a The gate, el bar en que había tocado, en la puerta se encontraba John, un viejo amigo que me saludó cuando me vio pasar. Dos locales después se encontraba El Túnel un café al que tenía mucho sin entrar, pero que solía gustarme.
Llegué a mi edificio, estacioné mi motocicleta afuera y subí a mi habitación. Todo se encontraba como recordaba haberlo dejado; las cobijas estaban revueltas sobre la cama, los platos estaban sucios y en mi closet apenas había un cambio de ropa, sin embargo, el saxofón no parecía encontrarse por ningún lado. Nunca había sido especialmente cuidadoso u ordenado y era en aquellos momentos de frustración cuando más lamentaba esto; revisé varias veces el lugar y tras convencerme de que no encontraría nada ahí, decidí regresar a The gate.
John abrió cuando toqué la puerta, me indicó que entrara y nos sentamos en la barra. Le dije que no tenía idea de cómo había llegado al departamento en que desperté. Nunca cambias – fue su única replica. Me ofreció una cerveza, puso a Nirvana y comenzamos a hablar de cosas banales. Sonaba Smells like a teen spirit y él hablaba de la muerte de Kurt Cobain, intentando averiguar qué había pensado en sus momentos finales. Yo lo escuché y luego dije algo sobre un pseudomovimiento que estaba surgiendo, algo así como hip-hop para punk rockers.
Hablamos de Freddie Mercury y como su presencia había marcado un antes y un después en la industria entera; hablamos de The house of the rising sun, de Hotel California y de Bohemian Rapsody, de sus letras y de aquello que quien las oye entiende aún sin estar en ellas. Hablamos de Yoko Ono y de como nadie habla de ella sin hablar de The Beatles. Finalmente hablamos del blues, el verdadero blues heredado de Miles Davis y John Coltrane.
Anoche toqué Kind of blue ¿Cierto? – le pregunté a John, pero no necesité respuesta; conocía demasiado bien aquella expresión en su rostro, la forma en que se mordía la lengua y apartaba la vista disimuladamente, como para saber que la respuesta era si. ¿Sigues teniendo problemas eh? – Preguntó, yo asentí y continúe bebiendo mi cerveza – No lo he podido superar del todo. Como sea ¿Habré dejado aquí mi saxofón? – pasé mi manga derecha por encima de mis párpados y John fingió que no me había visto llorar.
No estaba ahí, tampoco en la habitación donde había despertado ni en mi departamento, entonces ¿Dónde estaba? Salí de The gate con la intención de buscar hasta en el último rincón de la ciudad si era necesario, para poder encontrar mi saxofón. Me detuve apenas un momento en la calle para fumar un cigarrillo e intentar tranquilizarme, cuando escuché una voz femenina llamándome.
¿Tienes uno de sobra? – preguntó. Asentí, pero solo al darme vuelta y ver sus labios me di cuenta de que ella debía ser la dueña del departamento en que había despertado.
Si, yo… eh… toma – le dije extendiendo la cajetilla hacía ella. Su semblante pasó de ser un alegre a tornarse un poco más serio, como una mezcla de tristeza y resignación.
Gracias. En realidad no me recuerdas ¿Verdad? – me pareció ver cómo sus ojos brillaron por un momento, para luego volver al profundo negro que tenían al principio.
Yo, lo siento de verdad… pero solo recuerdo unas cuantas cosas – su reacción no fue la que esperaba, pues volvió a la actitud enérgica que había mostrado antes, se acercó a mí para darme un beso en la mejilla y comenzó a caminar.
Estoy segura que en el fondo me recuerdas y de no ser así tienes que recordar a Norwegian Wood, aunque no puedo creer que la eligieras después de todo. Como sea, mi turno termina en un par de horas, podemos vernos allá si quieres. – la vi marcharse a toda prisa y entrar a El túnel. Intenté seguirla, pero vi que se encontraba ocupada atendiendo una mesa y decidí irme.
Había dicho que yo elegí Norwegian Wood, pero ¿Para qué la había elegido? Continúe dándole vueltas al asunto mientras regresaba a casa, recordaba haber tenido una conversación con ella sobre la canción y recordaba también haberla cantado y ver su sonrisa entendiendo que la cantaba para ella.
Y lo supe, no tengo muy claro de qué manera, pero comencé a correr tan rápido como pude. No estaba nada cerca de la velocidad de mi motocicleta, pero las personas parecían más incorpóreas que nunca, sus rostros grises desaparecían en un segundo y sus vidas monocromáticas terminaban apenas los dejaba atrás. Estoy seguro que fueron un par de kilómetros los que corrí, pero no parecía haber pasado más de diez o quince minutos.
Y ahí estaba, a las afueras de la ciudad, parado en la carretera apenas pudiendo respirar. Observando el bosque que se alzaba ante mí y que parecía no tener fin. Comencé a caminar dentro de él y mi propia voz resonaba entre los árboles y a medida que me internaba más y más, podía escucharme mejor; “Aún no, este no es el lugar” decía cada vez más claro.
Entonces me vi caminar junto a la chica cuyo nombre no podía recordar aún. Avanzamos, ella curiosa, yo buscando algo. Ella hablaba de Nowhere man, yo pretendía escuchar. Los seguí hasta un claro que me parecía familiar, observé un enorme roble por un momento y saqué mi saxofón, creí que iba a tocar, pero en cambio comencé a golpear el saxofón contra el roble hasta dejarlo completamente inservible, intenté detenerme, pero ya era tarde. Ella se sobresaltó y me preguntó si todo estaba bien, le dije que no había nada de qué preocuparse y me tiré al suelo de rodillas, lloraba con el saxofón destruido en mis manos mientras el recuerdo se iba, recordé el cuadro de A Night at the Opera. El yo que estaba arrodillado sacó su guitarra y aún sollozando empezó a tocar Norwegian Wood.
I once had a girl… ahora solo escuchaba mi voz… or should i Say…buscaba con la mirada a la chica… She once had me … ¿Por qué no podía recordar su nombre?… she showed me her room… no había nada a mi alrededor… isn't it good Norwegian Wood?… ya había estado aquí antes… she asked me to stay… la estaba besando… and she told me to sit anywhere… ella me estaba besando… so i looked around… y no había nadie… and i notice there wasn't a chair… apenas si existíamos… i sat on a rug… pero estábamos ahí… binding my time… en algún lugar secreto… drinking her wine… y no éramos nada… we talked until two… intentaba recordar su nombre… and then she said… recordar su rostro… “It’s time for bed”… su sonrisa… She told me she worked in the morning… pero tenía mucho tiempo sin verla… and she started to laught… pretendía no pensar en ella… i told her i didn't… y olvidarme de todo… and crawled off to sleep in the bath… aunque no lo consiguiera por completo… and when i awoke i was alone… escuché un susurro a la lejanía… this bird had flown… ahora gritaba mi nombre… so i lit a fire… ahí estaba llamándome… isn't it good Norwegian Wood?… pero ¿dónde estaba yo?