Un año de cortometrajes de cine independiente. Por: César Ruiz, Flámina Films.

//

“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”

 

Un año de cortometrajes de cine independiente

Dificultades, alegrías; pero sobretodo mucho aprendizaje y el placer de narrar.

Si bien nuestro primer cortometraje titulado La visita se estrenó en febrero de este año, fue por estas fechas del año pasado, cuando preparamos el guión e hicimos el rodaje: aunque estuvo congelado (en proceso de edición), por poco más de dos meses.

Cuando me pongo a pensar en que ya ha transcurrido prácticamente un año de aquello, me resulta todo demasiado nebuloso, muy onírico; como si el correr del tiempo fuera solo un sueño… y es que tantas cosas se contienen en 365 días: éxitos, fracasos, tristezas, alegrías, hastío, motivación… ¡un poco de todo!: como la vida misma… ¡pues es la vida misma! Lo importante es seguir haciendo camino al andar, como en el poema de Machado (popularizado en la canción de Serrat). Precisamente elegí este epígrafe porque así es el quehacer cinematográfico en nuestro país y más si uno es independiente, como es nuestro caso.

La importancia de hacer y aprender en el camino, con las limitaciones y errores propios del comienzo y aprendizaje, pero siempre tratando de sacar lecciones valiosas de cada experiencia. Es así como a lo largo de este año hemos conseguido en Flámina Films estrenar cuatro cortometrajes y colaborar para la reinterpretación de la escena final de la película La noche, dirigida por el maestro italiano Michelangelo Antonioni, en 1961; para presentarse en el Festival de Cine Europeo GUCE 2021.

Cuando me pongo a pensar en lo que ha sido la dirección cinematográfica para mí, no puedo evitar pensar en las frases de dos reconocidos directores de cine: el italiano Federico Fellini y el polaco Roman Polanski. El primero comentó en alguna ocasión: “Nunca hubiera pensado que iba a ser director de cine pero después del primer día, de la primera vez que grité: ¡cámara!, ¡acción!, me pareció que lo había hecho desde siempre, no hubiera podido dedicarme a otra cosa, aquel era yo y aquella era mi vida”. Y el segundo mencionó: “Si soy un ecléctico es porque me gusta el cine. Yo voy mucho al cine y a veces me gusta de alguna manera reproducir el placer que experimento ante unas imágenes. Mi deseo de hacer cine viene de ahí y de ningún otro sitio. En primer lugar hay que haber visto y amado unas películas para sentir el deseo de hacer cine”.

Tengo recuerdos de infancia cuando con mis juguetes intentaba recrear escenas de películas que había visto, y la verdad es que nunca había pensado dedicarme al cine de una manera más profesional, pero conforme pasó el tiempo me fue gustando más y más, además pude ir conociendo más películas. Era un gran pasatiempo, lo veía como un hobby: a lo mucho pensaba en hacer teatro mientras estuviera en la universidad, pero un día el hobby se volvió una inquietud poderosa, de esas que no se pueden contener si no es a costa de la felicidad. Así que decidí poner manos a la obra. Y desde la primera vez que estuve dirigiendo, aún con todos los errores que cometía (que sigo cometiendo) sentía una pasión, una energía que no se terminaba: de ¡este es mi lugar!

En efecto, uno amó muchas películas antes… aún me tocó ser de la generación (citando a Dumbledore, perdonen mi sentimentalismo, soy un anciano) que creció con grandes sagas de fantasía como El señor de los anillos, Las crónicas de Narnia o Harry Potter, entre otras (todas adaptaciones literarias que también contribuyeron enormemente a acercarme a la lectura). Así como maravillarme con  Star Wars o Jurassic Park. Otro recuerdo muy vívido es cuando tenía como seis años y después de ver El exorcista me la pasé llorando de miedo, media noche. Conforme pasó el tiempo tuve la oportunidad de acercarme a otros cineastas y tipos de cine que me influenciaron mucho. Entre los primeros que conocí en la época de secundaria, recuerdo a Francis Ford Coppola, Pier Paolo Pasolini, Charles Chaplin o Luis Buñuel.

El cine ha marcado mi vida, como lo ha hecho con millones y es en gran parte porque es un medio fantástico para que los seres humanos podamos empatizar más entre nosotros. Para que en un mundo donde pareciera que todo es odio y muerte, ampliemos nuestro punto de vista sin importar nuestra nacionalidad, idioma, creencias religiosas, posturas políticas o demás nimiedades por las cuales nos hemos dedicado a matarnos a través de los siglos. Uno ve, por ejemplo, Rapsodia en agosto (Akira Kurosawa), Alemania año cero (Roberto Rossellini), La lista de Schindler (Steven Spielberg), Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima (Clint Eastwood) y nos damos cuenta que al final todos somos solo seres humanos, más allá de la violencia y el odio. Es ahí donde puedo citar y decir que creo en lo mismo que Guillermo Del Toro: “Creo en la vida, el amor y el cine”. A través del cine podemos explicar en parte la vida y el amor, volvernos mejores seres humanos: más compasivos, amorosos y reflexivos.

Respecto a los cortometrajes. El primero que estrenamos fue La visita. Al momento de escribirlo me inspiré muchísimo en las películas Macario de Roberto Gavaldón y El séptimo sello de Ingmar Bergman, por la temática entre el diálogo de la muerte con un individuo “X” (que bien podría ser cualquiera de nosotros), por el hecho de que en esos momentos la pandemia del Coronavirus estaba al máximo, más la ola de violencia e inseguridad que vivimos en nuestro país desde hace años y el hecho de los diferentes problemas que hay en la vida. Todo me llevó a imaginarme el hastío de un individuo que estuviera pasando por todo eso y que al darse cuenta de que no puede cambiar todo por sí solo, se deja caer en la indiferencia y ya no encuentra una diferencia entre lo que es la vida y lo que es la muerte;  que incluso la muerte, con su frío, tendría más calor que la vida misma.

La verdad es que fue un corto que disfrutamos muchísimo hacer, aunque evidentemente pagamos el llamado derecho de piso: porque varias tomas no tienen la calidad que hubiéramos deseado… y manejar la calidad del audio fue súper difícil; pero como había comentado al inicio: al final de cuentas todo nos ayuda a aprender. Y a diferencia del personaje, yo prefiero ver el vaso medio lleno que medio vacío. Terminamos contentos por el resultado.

 

Con Vida hago una confesión muy personal. Si bien quiero todos los cortos que hemos hecho (son como hijos para mí, son parte de mi ser), este es mi consentido, es el que más he disfrutado. Puedo decir que de alguna manera La visita es la forma en que yo veo el mundo externo: un mundo duro y sombrío, con dolor, pero que no necesariamente, y en definitiva, no es mi mundo interno. Creo que una cosa es el mundo tal cual es para la mayoría y hay otro mundo, el de cada uno de nosotros.  Cuando vas juntando los mundos internos entonces se hace el mundo externo y Vida sí es mi mundopersonal, de las cosas en las que creo y por las cuales vivo: el amor, la felicidad, la risa, la amistad, la naturaleza, el arte.

Me inspiraron mucho la película El estudiante de Roberto Girault (que fue precisamente grabada en Guanajuato y que tiene muy bonitas tomas de la ciudad, aparte de una historia que me parece maravillosa). También hubo influencia de las películas mudas de Chaplin, que buscaban transmitir esa felicidad y reflexión. El color con las películas musicales de Jacques Demy (como en Piel de Asno o Las señoritas de Rochefort): un color intenso que trajera alegría y que creo,  lo pudimos lograr muy bien.

 

Distorsión fue otra experiencia inolvidable. Siempre he sido un gran fanático de las películas de terror, de  temas relativos al misterio y lo sobrenatural. Era el típico niño que le encantaba ver películas de terror, aunque terminara espantado, con miedo a la oscuridad y con problemas para dormir. Ahora bien, tengo también un gran problema con las películas de terror y es que odio los screamers o sustos baratos. Para mí el terror debe construirse con base en el entorno, el miedo y la ansiedad que genera lo desconocido. Soy gran amante de la ambientación con el decorado, de la psique confundida de los personajes.

Hubo mucha inspiración en los colores de la película Suspiria de Darío Argento. En cuanto a la  mentalidad del personaje me inspiró demasiado El quimérico inquilino de Roman Polanski. También creo que se puede notar la influencia que ha tenido en mí la obra de escritores como Howard Phillips Lovecraft. Debo decir también que en este corto pude cumplir un pequeño capricho: el personaje que interpreté era un estudiante italiano (de intercambio). Así que pude actuar hablando en italiano, cosa que siempre había querido hacer porque uno de mis actores favoritos es Marcello Mastroianni. Encima es especial porque es hasta ahora nuestro cortometraje más largo.

 

Finalmente  llegando a nuestro último estreno: Insomnio, cortometraje de hace apenas unos días. Es un proyecto tal vez simple en cuanto a trama, pero muy personal y vívido. Soy una persona demasiado inquieta y me cuesta mucho dormir. Cuando no puedo dormir comienzo a hacer pendientes que tenga: trabajo, tareas, escribo, me pongo a ver una película, etc. Guillermo Del Toro prometió de pequeño, a sus monstruos, que les iba a dedicar su vida en películas… si lo dejaban ir a orinar en la noche. Yo espero que mi insomnio me deje al menos por una semana después de esto.

 

Creo que en general los temas que me han interesado están en la cotidianidad. Muchas veces pensamos en las aventuras extraordinarias y no nos damos cuenta de  que hay mucha magia al alcance de nuestras manos, comprendiéndonos y analizándonos en nuestro entorno y ser más inmediato que podemos ayudarnos y ayudar a otros. En palabras del director Roberto Rossellini: “el objetivo del cine es encontrar al individuo, al individuo humilde en la historia” y es así que creo y quiero entender a quien sufre (La visita) o a quien ama (Vida).

También otro de los grandes valores del cine es el de la cooperación. Es una muestra más de que mientras los seres humanos estemos divididos no podemos crear algo verdaderamente hermoso o valioso, y es que en el cine nadie puede hacer todo solo es un arte colaborativo entre actores, guionistas, fotógrafos, directores, diseñadores, editores, músicos, etc. Y en este sentido somos muy afortunados en Flámina Films, por el grupo humano que hemos logrado crear. Soy un director muy afortunado por contar con personas tan talentosas  a las cuales ante todo y antes que nada,  puedo llamarlas amigos.

Un sincero agradecimiento y dedicatoria de todo esto a: Eréndira, Eduardo, Priscilla, Zaren, Ámbar, Ángel, Alexis, Clara, Alejandro, Diego, Esli, Gabriela, Edgar, Glenn, Armando, Melissa, Paulina, Keneth y a todos los amigos que siempre han estado con nosotros en cada pasito de este proyecto. Me permitiré citar a otro gran director al cual admiro mucho, Martin Scorsese: “Y a medida que fui creciendo, he ido teniendo una tendencia creciente de buscar gente que vive por la bondad, la tolerancia, la compasión, una buena manera de ver las cosas”.

Esperamos traer un último trabajo antes de que termine el año. De igual manera, que les agraden los cortometrajes; si no es así, no pasa nada. El mundo es muy diverso para que todos tengamos los mismos gustos, pero se los compartimos con mucha sinceridad.

Historia Anterior

Un Crater de Fuego Por Cristina Domínguez Malanche.

Siguiente Historia

Etapas de nuestro planeta Tierra. Por: Aarón González Alvarado