No solo estamos terminando con el planeta, estamos terminando con la capacidad de sentir, la capacidad de vivir. Hemos convertido nuestra casa en un lugar estresante, donde todo el mundo vive a prisa, sin disfrutar de un momento en silencio, sin un momento para ver el atardecer porque siempre hay cosas pendientes. Le hemos quitado los sentimientos a cualquier situación que se presente.
Vivimos atados a un aparato móvil en donde vale más la aprobación de una foto en redes sociales, que un saludo presencial de tus seres queridos. Hemos terminado con esas pequeñas acciones que nos hacían felices cuando éramos pequeños, ahora solo pensamos en estar al día tanto en noticias como en redes sociales, pensamos que para disfrutar de las cosas necesitamos de dinero y no de tiempo ni vida.
Nuestras relaciones amorosas van en decadencia, antes alguien esperaba alguna carta de la otra persona para saber sobre sus sentimientos, y disfrutabas tan solo el ver su letra escrita con pluma sobre una hoja de máquina, ahora esos sentimientos se han reducido a un mensaje de whatsapp diciendo un “te amo” buenas noches, acompañado de un emogi, suponemos que esa palabra engloba todo lo que le queremos decir a aquella personas.
El conocer a alguien también ha cambiado, antes conocías a una persona y te interesabas por el o por ella, querías saber de sus gustos, a que se dedicaba, ahora todo se reduce a una noche de antro o de fiesta, en donde conocer a alguien y simplemente por el hecho de que físicamente te gustó, termina con una noche de sexo y al otro día el interés se va en gran mayoría de los casos, aclaro, no en todos.
Sé que esto suena muy anticuado, muy del siglo XX pero es la realidad, una época que nos ha tocado vivir, en donde en muchos casos las personas huyen del compromiso, y no estoy diciendo que se quieran casar a la hora de conocerse, lo digo en el sentido en que muchas personas solo quieren divertirse con el popular del antro o de la escuela, el mamado, la fresa, y otros adjetivos que pudiéramos encontrar.
Ese “Mamado, la fresa, el popular” de cualquier sitio, en algún momento buscan lo mismo, alguien que realmente los valore por la persona que son, por sus sentimiento, y no por lo que aparentan ser, en muchas ocasiones juzgamos sin conocer de manera interna a estas personas.
El punto de este escrito es que el dejar de ser superficiales nos puede salvar como seres humanos, como? Es más sencillo de lo que parece, dejar de juzgar, dejar de etiquetar a las personas, y tratar de salvar el amor del siglo XX como lo decía anteriormente, dejar nuestro móviles a un costado y escuchar a esa personas que nos importa, dejar de tomar fotos a cada momento y subirlas a nuestras redes sociales esperando la aprobación de la gente.
Disfrutemos nuestro mundo, nuestro entorno, nuestro planeta, más fotos mentales y menos fotos digitales, más días de campo y menos simulaciones de felicidad. Deja de buscar estereotipos, busca a alguien que haga vibran tu corazón, tu mente, tarde o temprano cuando todo esto termine, lo único que llevaras serán los recuerdos de personas que realmente conociste internamente, no desperdicies la oportunidad de vivirlos.