Roma seguirá bella por Francisco Márquez

La muerte nos causa una indudable tristeza, incertidumbre y al mismo tiempo un profundo miedo, sentimientos legítimos ante lo que no conocemos. Estamos rodeados por la muerte.

Cuando alguien muere, lloramos su partida, pero también lloramos por la memoria de quienes no están; lloramos por quienes la muerte ronda y frecuenta, lloramos por nosotros mismos que descubrimos en ratos que vivir también nos acerca un poco más a ella.

De todas las formas de morir, escriben algunos poetas, se puede fenecer abatido ante tanta belleza.

“Termina siempre así, con la muerte. Pero antes, hubo vida. Escondido debajo el bla, bla, bla, bla. Y todo sedimentado bajo los murmullos y el ruido. El silencio y el sentimiento, la emoción y el miedo. Los demacrados, caprichosos destellos de belleza” sentencia Jep Gambardella en sus últimas líneas de La grande belleza (2013), encarnado por una grandísima actuación de Toni Servillo.

Paolo Sorrentino nos deslumbra con la mítica belleza de una ciudad eterna, nos recuerda La dolce vita de Federico Fellini y a la Roma andada por Marcello Mastroianni.

Pero la búsqueda de la belleza no es tan simple, no basta la nostalgia, “única distracción posible para quien no cree en el futuro”.

Lejos de Roma, pero no por eso menos bella, está nuestra vida cotidiana, la realidad que nos topa de frente cada día.

La gran belleza es una ciudad vieja que nos rodea y que a veces nos alcanza también por el tedio de lo cotidiano. Ahí es fácil enfocarse en la muerte, como es fácil voltear a ver la fealdad y lo mundano. Cuando recién conocemos la ciudad nos dejamos deslumbrar por las majestuosas edificaciones, “morimos” en ocasiones de tanta belleza; pero pasado el tiempo la belleza se empolva y los sitios se van haciendo soporíferos. El tráfico nos aturde, los edificios se nos caen a pedazos, el vetusto paisaje nos cansa sólo de mirarlo; como las charlas que nos comienzan a parecer áridas, la compañía nos parece aburrida y hasta el amor se va desgastando. Reuniones ociosas, las rancias formas y el sexo por costumbre.

Comenzamos a saber que la vida es un breve tránsito, un viaje que nos lleva al final.

Dónde está La Grande Bellezza, cuál es el truco; para Sorrentino no hay contingencia en las escenas; antes de comenzar ya está adelantando sus conclusiones y lo hace con un fragmento de Voyage au bout de la nuit / Viaje al fin de la noche (1932) de Celine:

"Viajar es útil, ejercita la imaginación. Todo lo demás es desilusión y fatiga. Nuestro viaje es enteramente imaginario. Ahí reside su fuerza. Va de la vida a la muerte. Personas, animales, ciudades y cosas, todo es inventado".

Celine fue sentenciado, y no para menos, por una participación muy desafortunada con panfletos antisemitas durante la Segunda Guerra Mundial.

Jep Gambardella hace frívolas fiestas en su terraza y la mayoría de las personas respondemos lo que fuimos, pero no lo que somos ahora.

Las decisiones desatinadas, las vidas mundanas y la obstinada nostalgia son sólo curvaturas en el viaje hacia el final.

La belleza verdadera es algo más puro, es algo sagrado.

Cuando recorro la ciudad trato de recordar el brillo que observé la primera vez que vi su teatro, los frisos de los edificios que figuran un horizonte alternativo, despegado de la tierra que provoca ver más arriba; hago a veces un ejercicio de pensar a las personas amadas y tratar de recordar sus rostros o el tono de la voz; trato de recordar cómo veía el mundo antes de que lo pensara como ahora.

La grande bellezza es algo sagrado, algo puro, es un milagro que a veces vemos de reojo. No esperemos que una bandada de flamingos aparezca en nuestra terraza tras la rogativa de una Santa, como pasa en la historia de Sorrentino; está más bien en la plenitud de la memoria, ese espacio reservado para las cosas que nunca fueron pervertidas. Está ahí, algo borrosa por los días ordinarios y el olvido, por el ruido propio y ajeno, o la velocidad con la que vivimos, por la presencia de la muerte en todos lados; sin embargo, Roma seguirá bella. Ahí se mantiene la belleza verdadera, solamente no hay que olvidar mirarla.

 

Recomendaciones

Para ver:

La grande belleza (2013), dirigida por Paolo Sorrentino. Protagonizada por un enorme Toni Servillo, Carlo Verdone y una gran actuación de Sabrina Ferilli.

Ganadora del Oscar a mejor película de habla no inglesa en 2013.

Coproducción Italia-Francia; Indigo Film / Medusa Produzione / Pathé / France 2 Cinema / Babe Film / Canal+ / Mediaset

 

Para Leer:

Viaje al fin de la noche, de Louis-Ferdinand Céline. Traducida en español por Editorial Edhasa (2011). Voyage au bout de la nuit, publicada originalmente en 1932.

 

Si te interesa la fotografía o la cinematografía, te recomiendo la clase magistral en efti tv por Luca Bigazzi, con subtítulos disponibles en español. Luca Bigazzi fue el responsable de la espléndida fotografía de la película de Sorrentino.

http://efti.tv/videos/masterclass/masterclass-luca-bigazzi

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